lilibellaEl niño dibujaba con mucho interés. El maestro se le acercó y le comentó: “Tu dibujo es muy interesante. ¿A quién representa?”. “Es un retrato de Dios”, respondió.” Pero nadie sabe cómo es Dios”, insinuó el maestro. “Cuando termine el dibujo, todos lo sabrán”, insistió el niño con mucha seguridad.

Ser padre obliga a poner en movimiento lo mejor de sí mismo.Le pregunté: “¿Qué es un papá para ti?”. Respondió sin vacilar: “Un papá protege y hace mimos”. “¿Y una mamá?”. Tampoco esta vez demoró: “Una mamá es lo mismo, pero en femenino”.

©Photography33Es prácticamente inevitable que surjan conflictos en la vida familiar. Casi todos acaban, por desgracia, en rabia, lágrimas y portazos.

© mjth¿Están seguros de que enseñar el arte de la cocina a sus hijos no es útil y educativo?
La relación con la comida ha perdido la brújula. Hemos aprendido palabras antes desconocidas, como anorexia y bulimia; las madres están preocupadas por la obesidad infantil; los adolescentes están angustiados por su forma física y su peso corporal. Se distingue cuidadosamente entre alimentos saludables y peligrosos.

Aprenden a utilizar "escenas" como arma infalible.Padres e hijos son igualmente responsables del clima familiar. La llegada de los niños reformula y condiciona el ambiente familiar. Los hijos no son meros receptores pasivos del comportamiento de los padres. Son elementos claves para el bienestar o malestar familiar. Cuando lo padres andan mal, los hijos también andan mal. Y viceversa.

Cuando llegan los hijos

educarDB 222 1La tarea de educar a los hijos para que desarrollen hábitos de orden mental y sean capaces de organizar sus propias vidas no siempre se valora como corresponde. Sin embargo, el orden y la organización son asuntos muy importantes, que ayudan al aprendizaje y producen efectos positivos en el desarrollo de la memoria.

las manifestaciones de agresividad pueden ser superadas con un poco de sano humorismo. La conquista más grande de la sociedad debería ser la capacidad de convivir. Pero aún estamos lejos de esa meta. Nos descubrimos dolorosamente influidos por la violencia, física o verbal: por la calle, en la política o en nuestro lugar de trabajo, en el descanso de la escalera e incluso en nuestra propia casa.