Conquistar la capacidad de convivir, eliminando las causas de la agresividad.La conquista más grande de la sociedad debería ser la capacidad de convivir. Pero aún estamos lejos de esta meta. Nos descubrimos dolorosamente influidos por la violencia, física o verbal: por la calle, en la política o en nuestro lugar de trabajo, en el descanso de la escalera e incluso en nuestra propia casa.

En la televisión y en Youtube, la violencia es un espectáculo cotidiano, tanto que alguien comienza a pensar que la agresividad es un instinto de los seres humanos. Si esto fuera verdad, sería imposible eliminarla. En realidad la persona humana puede tomar decisiones diametralmente opuestas a lo que definimos como instinto. Por tanto, la agresividad, raíz de casi todas las formas de violencia, puede ser eliminada.

El juego es un extraordinario instrumento para el aprendizaje.“La amistad es un fruto que madura lentamente”, dijo Aristóteles. Por tanto, es una realidad que puede ser sembrada y cultivada. Los padres pueden hacer mucho para ayudar a sus hijos a ser sociables, a convertirse en personas capaces de tener relaciones constructivas y satisfactorias con los demás.

La amistad es un recurso indispensable para el crecimiento armónico de los hijos. Es impensable no utilizarlo o desaprovecharlo: las consecuencias podrían ser muy graves. Pero es un recurso que, especialmente en estos tiempos, tiene que ser orientado y acompañado.

Los hijos y los amigos
Ignorar lo que ocurre entre los propios hijos y sus amigos es dejar de lado una parte fundamental de sus vidas desde los primeros años. Las relaciones con los pares son fundamentales para el desarrollo armónico de la personalidad. Ayudar a los hijos a cultivarlas desde pequeños, poco a poco, es enseñarles a ir componiendo el rompecabezas  de su identidad e ir fortaleciendo los instrumentos sociales indispensables para todas las formas de convivencia futura.

educardb1Aprender a hablar y aprender a expresarse es un arte necesario para el buen crecimiento de los hijos e hijas. Pero hoy quiero hablar de un arte todavía más difícil y más decisivo: el arte de socializar.

Desde el comienzo de su existencia, y aún sin saberlo, los niños van construyendo su propia actitud de socialización. Aunque no tengan todavía las ideas claras y carezcan de la necesaria autonomía, cada uno de ellos la va desarrollando o limitando de acuerdo a los estímulos o condicionamientos que les toca ir enfrentando. En esa experiencia, la familia se juega buena parte de su credibilidad.