Blogs

La Biblia y la Tradición caminan juntas bajo la luz del Espíritu Santo.Un buen cristiano, el cuál de pentecostal paso a la Iglesia Católica, recientemente ha explicado por qué ha regresado de nuevo al protestantismo. Todo se resume en la frase: 'Solo la Biblia contiene la revelación o palabra de Dios'.

La misericordia es un regalo, no una excusa para pecar. / Fotografía por: bialasiewiczEn el paraíso terrenal todo estaba en orden, equilibrio y bonanza. El ser humano creado a imagen y semejanza de Dios: con inteligencia, libertad, capacidad para amar y para relacionarse tú a tú con Dios.

Vives corriendo el reloj… pero, ¿cuándo fue la última vez que paraste a escucharte?Hagamos un alto en el camino. Tratemos de olvidar otras preocupaciones y concentrémonos en la propia vida, para detectar problemas y buscar soluciones.
La vida moderna es prisas y no deja tiempo al sosiego. Aun cuando decimos que vamos de vacaciones, nos llenamos de prisas y cachivaches electrónicos.

P. Sergio Checchi, SDB Sartre decía «yo existo, eso es todo, y me resulta nauseabundo». Pero yo existo y lo encuentro todo admirable. Esto me enseña don Checchi, el gran sacerdote y educador salesiano, el evangelista y filósofo de la fe y de la razón, ese peregrino de don Bosco en Centroamérica, ese cándido y transparente espíritu de la sabiduría, esa alma generosa, serena y virtuosa sobre la cual versan quienes fueron sus estudiantes, sus cercanos y sus libros. ¡Sí!, sus libros, porque la escritura, ese antiquísimo instrumento de la inteligencia, protege, guarda y devela la potencia infinita de este gran hombre, de este enorme pensador, de este enamorado del saber y de los enigmas que, en la hermosa, silente y hospitalaria trascendencia de las páginas y de las bibliotecas, me permite honrarlo, también, como padre y maestro.

Yo existo, eso es todo, y lo encuentro admirable porque don Checchi nos legó un pensamiento convergente de fe y de filosofía cuyo método, horizontes y estilo nos exhortan, con aplomo, seriedad y modestia, a salir del «yo», explorar la vida, enfrentar su crudeza inabordable, navegar el vértigo de su aparente deriva, pero estar alegres en el encuentro con los «otros», maravillarnos de la existencia y entregarnos a esa fuente primera del ser y de la verdad: Dios. Sí, don Checchi constituye una escuela y un camino: la escuela del pensar y el camino de la sabiduría. Dadivoso, él nos ofrece volver a los principios, al antiguo thaumazein, ese asombro primigenio, esa inagotable inquietud, esa necesidad por las causas primeras, ese sagrado equilibrio del intellectus fidei que, dirá don Checchi, es «comprensión de fe, simbiosis armónica, revelación y filosofía, que penetra, ordena, deduce…» (Pensar con sabiduría [Exhortación a la sabiduría]). La mítica eminencia intelectual de don Checchi se sostiene en su finísima literatura académica, empero también en la gracia y garbo de su mítico carácter de galanura bosquiana y sencillez salesiana. Don Checchi es el ejemplo perfecto de la síntesis idónea para un profesor: cobijo anímico, sendero teórico.      

El padre Sergio Checchi, SDB (Albano Laziale, 27 de abril de 1935 – ciudad de Guatemala, 7 de noviembre, 2022) graduado de la Pontificia Salesiana, misionero en el istmo de América, director de obras, pastor incansable, docente extraordinario, músico autodidacta, escritor de pluma precisa y lector inagotable fue filósofo, sobre todo filósofo, ese que nos permite descubrir en sus piezas la luz, dulce y humilde, de la antigua religión del amor por el conocimiento máximo en que filosofía y cristianismo son, en definitiva, la misma cosa: poesía (poiesis: creación, descubrimiento, mundo nuevo). Don Checchi encarna esto: el principio de ejemplaridad poética, es decir, una invitación perpetua para reivindicar el valor revolucionario de la pedagogía salesiana, esa carismática convergencia de intelecto y fe al servicio de un mundo complejo, asediado por el peligro del mal y la terrible indiferencia. En el aula, ese espacio sacro, descansa una posibilidad de actuar por «amor de benevolencia», diría don Checchi. El llamado suyo a los educadores era formarnos como intelectuales por el amor y formar intelectuales para el amor, esa era su metafísica. Solo así, nos dirá él, «podríamos postular la existencia de una vida ultraterrena, la inmortalidad del alma humana y la existencia de un ente-valor infinito, capaz de hacernos definitivamente felices» (Metafísica I). Un docente solo puede pensar con sabiduría, entonces, cuando piensa con y para los otros, sabiendo el puesto centralísimo de la persona en el universo y reconociendo el bellísimo misterio de Dios como fin último.

En la conferencia «Don Bosco y la misión salesiana», don Checchi recogió las palabras de don Bosco a los jóvenes «[…] yo por ustedes estudio, por ustedes trabajo». Los jóvenes, esa etapa «frágil, expuesta, decisiva y preciosa» que tan bellamente describió don Bosco, nos interpelan a la búsqueda de la excelencia de la fides et ratio. Incluso san Francisco de Sales señalaba que el estudio es el octavo sacramento. Don Checchi es una demostración contundente de esto: un padre y un maestro esculpido por el cincel de las ideas. En el Boletín Salesiano, Don Bosco en Centroamérica (ene.-feb., n.o 183, año 32, 2016) don Checchi nos formula una fuerte interrogante: «[…] ¿cuál fue, al fin, la vocación de don Bosco: la de sacerdote o la de educador? O, al menos, ¿cuál de ellas fue primero?, ¿cuál fue la que inspiró su vida y su actividad?». Responde don Checchi: «[…] don Bosco miraba en profundidad, miraba más adentro de lo que normalmente hacen los educadores. El muchacho no es solamente cuerpo, no es solamente cerebro, ni solamente necesidad de afecto e inserción social; es también, y sobre todo, imagen de Dios. […] Así quiso ser don Bosco: sacerdote-educador, educador-sacerdote». Don Checchi muestra el rumbo: pensar con sabiduría es armonizar el espíritu y la mente para dar sentido al mundo que nos circunda, envuelve y convoca. De donde Checchi hemos heredado Persona rationis, Doce lecciones de filosofía, Pensar con sabiduría, Metafísica I, Metafísica II, varios artículos, conferencias y un arcón por descubrir. Será nuestra tarea reunir sus obras, continuar su labor, abrazar su ejemplo y dialogar ad astra para ser, junto con él, caminantes de la sapiencia.

  

Porque amar bien, también es aprender a decir no.Los medios de comunicación suelen transmitir la idea equivocada de que la Iglesia Católica está llena de prohibiciones: ‘No hagas esto, no hagas aquello’. Todo parece estar prohibido y eso produce alergia y aleja a las personas.

Un corazón que ama, llora y perdona… hasta la cruz. / Fotografía: Pablo SantiagoVamos a repasar algunos pasajes evangélicos en los que nuestro Señor manifiesta de modo directo la vida de su Sagrado Corazón.