Tema de Portada

Foto: J.C. MendozaDesde temprano me sentí llamado a vivir este espíritu, pero "no en el seminario", sino inserto en el mundo, donde se necesita ser sal y luz. Este camino ha sido un regalo de Dios, para mí y para mi pequeña iglesia doméstica. Es la fuente que le da sentido a mi existencia.

He ido descubriendo la voluntad de Dios. He caído y me he levantado. Mi familia espiritual me sostiene y me ayuda a dar lo mejor a los jóvenes más pobres y a mi pueblo.

Vivo dedicado a mi trabajo en el hospital. Lucho por ser un buen padre y esposo. Me mantengo asociado a mis hermanos cooperadores. Presto mi servicio apostólico entre los jóvenes pobres del Centro de Capacitación Don Bosco.

BSCAMYo soy amado, soy necesario.
Dios tiene un proyecto conmigo en la totalidad de la historia; tiene un proyecto precisamente para mí.
Mi vida es importante y también necesaria.

El amor eterno me ha creado en profundidad y está esperándome.
Por tanto, este es el primer punto: conocer, tratar de conocer a Dios y así entender que la vida es un don, que es bueno vivir...

El clima de alegría y de familia se alimenta con una fuete experiencia espiritual .::. Foto: C. GaitánEl primer empeño de Don Bosco es crear un ambiente, hoy diríamos una cultura, en el que  la propuesta vocacional pueda acogerse favorablemente y llegar a maduración.


*  Un ambiente de familiaridad en el que Don Bosco comparte todo con los jóvenes. Está con ellos en el patio, los escucha, promueve un clima de alegría, de fiesta y de confianza que abre los corazones y hace que los jóvenes se sientan como en familia. La alegría que se expandía de toda la persona de Don Bosco mientras realizaba su apostolado sacrificado y entusiasta era ya en sí misma una propuesta vocacional. Los jóvenes en contacto con Don Bosco en la vida cotidiana tenían la grande y estimulante experiencia de ser y sentirse de verdad miembros de una familia, aprendiendo a abrir sus corazones y a mirar el futuro con optimismo y esperanza

tmsdbmedranoDe un novicio salvadoreño Dios sacó, en México, un salesiano sacerdote que hoy, después de veintidós años de sacerdocio, sólo puede decir: gracias

Este es mi caso. Desde cuando tenía siete años, Don Bosco me había guiñado un ojo para invitarme a seguirlo. Aquella invitación a un niño, por diversas circunstancias que hoy resultan providenciales, no prosperó y el camino de la vida parecía tomar su propio rumbo.

Tenían que pasar todavía un par de décadas para que, en tierra de exilio, dentro de un cuadro sorprendente marcado por la destrucción y el daño ocasionados a la patria por una guerra entre hermanos, el Dios de la vida, el Dios vivo quisiera reiterar aquella llamada para gastar la vida en favor de los jóvenes. Instante inolvidable, rodeado de muchachos, en que la Voz amable se dejó escuchar con claridad: “¿No quisieras quedarte con ellos para siempre?”

opcion10En el lejano Oriente vivía un emperador rico y poderoso. En todas las cortes del mundo se tejían alabanzas de su reino, de sus palabras y de su sabiduría. Pero los bardos y los cuentacuentos que peregrinaban de castillo en castillo ponderaban sobre todo sus inmensas riquezas.

«¡Bastarían sólo las piedras de su diadema para mantener a una ciudad!», declamaban.

Como siempre sucede, todo esto fomentó la envidia y la codicia de otros reyes y de otros pueblos. Algunas tribus de bárbaros feroces y violentos se agolparon en las fronteras e invadieron el reino. Nadie lograba detenerlos.

El emperador decidió refugiarse entre las tribus fieles que vivían en las montañas, más allá del terrible desierto.

tmfmasorpatyHace 25 años estaba realizando mi primer año de formación como aspirante con las Hijas de María Auxiliadora. Esa experiencia me cambió la vida. Mi sueño de estudiar ingeniería industrial ya no parecía tan importante como el deseo de servir a Dios a tiempo completo.

Nací  en una familia pequeña, donde mis hermanos y yo aprendimos a amar y respetar a Dios, donde nuestros padres nos enseñaron a hacer el bien y a luchar por nuestros sueños. Realicé mis estudios básicos en una escuela pública, donde si bien nunca se hablaba de Dios, era grande el acento en los valores, la disciplina, el compromiso de los maestros, sin olvidar a mis amigos y amigas.

Mi hermana y yo estudiamos el bachillerato en el Colegio María Auxiliadora, de San Salvador. Fue una experiencia que nos cambió la vida. Conocimos y gozamos de un ambiente donde la propuesta de valores era mucho más rica, consistente, juvenil e integral, donde la propuesta educativa venía de Dios y de nuestra fe.