Momentos de mi vida en que descubrí a Don Bosco:

1. En mi niñez, pues en la Iglesia de mi pueblo natal estaba la imagen de Don Bosco con dos niños, y eso nos atraía a los estudiantes. Al salir de la escuela, casi siempre pasábamos por Iglesia y nos acercábamos a la imagen de Don Bosco para pedirle que nos ayudara en los estudios.

2. Mi papá estudió en una casa salesiana y su estilo de educarnos fue el sistema preventivo, pues al conocerlo ahora adulta (Sistema Preventivo) me he dado cuenta que este era su estilo de educarnos. Siempre nos llevaba a la procesión de Don Bosco. No nos hablaba de Don Bosco, pero su testimonio y el gesto de llevarnos a la procesión fue su mayor enseñanza.


3. Cuando participé ya adulta en una obra salesiana, serví como catequista y ahí empecé a conocer formalmente a Don Bosco a través del estudio de su vida y de su obra. Me sentí muy identificada con Don Bosco, me sentí llamada por Dios a seguirlo en este carisma salesiano. Esta obra salesiana se convirtió en mi casa, mi familia, mi alegría, mi espiritualidad. Disfruto sirviendo a los niños y jóvenes; los sacrificios y renuncias por ellos se convierten en alegría, descanso, oración y ofrecimiento.
4. Un buen día el Señor me llamó a seguirlo más de cerca en el Instituto Secular Voluntarias de Don Bosco y mi respuesta fue un sí consciente, libre y gozoso, ofreciendo mi vida a Dios con la profesión de los consejos evangélicos para ser en el mundo testigo y profeta de salvación y también para dar a conocer el carisma salesiano en los ambientes donde me encuentre.

Soy feliz en esta vocación  compartiendo con mis hermanos y hermanas de la Familia Salesiana la riqueza y originalidad de mi vocación. Dedicar mis mejores energías al proyecto salesiano es prolongar el espíritu salesiano de San Juan Bosco a todos los ambientes donde me encuentro inmersa.

Una Voluntaria de Don Bosco
que prefiere quedar anónima.

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