tmexalumvenancio A Don Bosco lo conocí cuando ingresé al Colegio Salesiano Don Bosco. Tenía 8 años y me quedaba fascinado viendo las diapositivas de la CCS sobre su vida, la cual admiraba mucho. También admiraba el testimonio de sencillez, amabilidad, amistad y fiel cumplimiento de los deberes de los salesianos de esa época. Quería ser como ellos.


Al final de mis estudios en el colegio y después de un buen tiempo de discernimiento sobre ser laico o no, opté por estudiar medicina (que me gusta muchísimo) e ingresé a la Asociación de Exalumnos.

Allí comenzó mi trabajo activo para ayudar a otros exalumnos a hacer fructificar la educación recibida. En el año 2000 fui invitado a trabajar por los jóvenes en los “Talleres de Varones” de Parroquia La Divina Providencia (actualmente “Centro de Formación Profesional Bartolomé Ambrosio”, a cargo de los Exalumnos).

Entonces redescubrí a Don Bosco. Surgió en mí una preocupación enorme por los jóvenes y también por las personas menos favorecidas, obligándome a cuestionar si mi servicio al prójimo realmente era sincero y de corazón o sólo un gesto para que me aplaudieran. Comprendí que ser salesiano es hacer que otro descubra a Cristo; y en ese momento uno se hace a un lado para que sea solo Cristo el que ocupe ese lugar, sin esperar las gracias o halagos.

Tuve que reorganizar mi vida, porque una misión importantísima, que no puedo dejar a un lado, es también la de ser padre de familia y la atención a los enfermos. Así pues, entre cosas de familia, esposa, hijos, pacientes, exalumnos, amigos y hermanos de la Familia Salesiana, los jóvenes ocupan un lugar especial en mi corazón, que no puedo negar y que ahora me motiva a ser aspirante a Salesiano Cooperador. Y siempre le pido a María Auxiliadora tener el balance adecuado bajo el lema de “Buenos cristianos y honrados ciudadanos”, y así pueda ver a Cristo en el otro.  

Jorge Venancio Francisco de León Aguilar, guatemalteco, 46 años, casado, tres hijos, médico y cirujano. Exalumnos salesiano.

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