tmsdbmedrano De un novicio salvadoreño Dios sacó, en México, un salesiano sacerdote que hoy, después de veintidós años de sacerdocio, sólo puede decir: gracias

Este es mi caso. Desde cuando tenía siete años, Don Bosco me había guiñado un ojo para invitarme a seguirlo. Aquella invitación a un niño, por diversas circunstancias que hoy resultan providenciales, no prosperó y el camino de la vida parecía tomar su propio rumbo.

Tenían que pasar todavía un par de décadas para que, en tierra de exilio, dentro de un cuadro sorprendente marcado por la destrucción y el daño ocasionados a la patria por una guerra entre hermanos, el Dios de la vida, el Dios vivo quisiera reiterar aquella llamada para gastar la vida en favor de los jóvenes. Instante inolvidable, rodeado de muchachos, en que la Voz amable se dejó escuchar con claridad: “¿No quisieras quedarte con ellos para siempre?”


Soy Pedro Horacio Medrano y actualmente el Señor me ha pedido testimoniar su amor y su presencia dedicándome, como una prioridad, entre otros encargos, a favorecer el crecimiento integral de los salesianos jóvenes que se preparan al sacerdocio.

Este llamado lo estoy viviendo como una invitación a poner en juego, entre ellos, con ellos y por ellos, lo que he recibido, lo que he vivido, lo que he aprendido, lo que en mí ha crecido, lo que Él -con suprema abundancia- me ha regalado.

P. Pedro Medrano, 58 años,
salvadoreño, director del teologado salesiano en Guatemala.

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