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Tote, Lucía y yo. Don Bosco, de niño, sufrió grandes decepciones al amar humanamente, es decir egoístamente, sin embargo según fue madurando, logró el equilibrio justo del amor al prójimo, teniendo como único amor vivo y omnipotente, el de nuestro Padre Dios.

Esto lo pensé ayer, luego de un paseo con Raúl y los niños. Como familia, tenemos como costumbre al terminar el día, compartir todos nuestra parte favorita y nuestra parte triste, teniendo como fin conocer lo que piensan y sienten los chicos.

Ayer antes de dormir, todos comentamos y al llegar el turno de José Alejandro le pregunté: Cuál fue tu parte favorita José? Y me contestó: “ninguna”, me sorprendió su respuesta y enseguida le pregunté: Cuál fue tu parte triste?, pensando en que me daría la razón por la cual no la pasó bien y me contestó: “ninguna”, que mas sorprendida e intrigada.

Según yo, había disfrutado el día, estuvo jugando y gozando, se rio mucho y compartimos un buen tiempo en familia, pero de pronto pensé que simplemente no había sido un día relevante para el. Me dejó muy pensativa y me hizo darme cuenta que debo respetar mas sus sentimientos, que no debo forzarlo a darme lo que quiero.

Muchas veces yo hago o planeo cosas para estar juntos, para compartir, pero ayer pensé que quizás no debo hacerlo yo y debo darles su espacio, no debo esperar recibir el amor que les doy, pues al final el reto de una madre es darse incondicionalmente como María o Mamá Margarita.

Este trabajo de ser madre es demandante y exige un diario aprendizaje, por eso María Auxilio de los cristianos … Ruega por nosotros.

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