tm11maluUna muy querida amiga, que es cristiana evangélica, pero con quien compartimos el gusto por la lectura orante de la Palabra de Dios y las alegrías del servicio, me hizo esta pregunta: “Malú, ¿por qué seguís siendo católica?”.

Lejos de sentirme molesta, la pregunta me hizo sonreír y recordar. Regresé a un lejano domingo por la mañana cuando la visita de unas personas evangélicas dejaron a la niña que era yo (apenas 13 años) sin respuestas ante sus ataques a mi religión católica. A pesar de estudiar en un colegio católico, donde tenía clase de religión dos o tres veces a la semana, no pude defender mi fe. Busqué mi biblia del colegio (“Dios habla hoy”. Aun la tengo). Al leerla, me di cuenta de que no sabía bien dónde buscar ni qué buscar. Me sentía frustrada.

Esa noche, al decir mis oraciones, prometí firmemente a Dios que nunca más me quedaría sin argumentos para defender mi fe. Así comenzó un camino que me ha conducido a lo que soy ahora. Pedí a mis papás que me regalaran libros para estudiar la Biblia, cosa que hicieron con mucho agrado, y los cuales yo devoraba. Recuerdo con especial cariño el “Defiende tu fe”, que me dio bases y abrió mi mente a un mundo donde todo lo que se hace en él tiene una razón de ser.

tm10melaraNací en la Iglesia Católica, fui bautizado, hice mi primera comunión, desde que tengo memoria siempre me gustó la vida religiosa a tal punto que en algunos juegos de mi niñez jugaba que era sacerdote. Cuando llegué a la adolescencia, tuve el deseo de ser sacerdote, se lo comuniqué a mi mamá, pero, lejos de apoyarme, me dijo que estaba loco, que pronto iba a conocer a alguna muchacha bonita y me iba a enamorar”.

En 1983, un compañero de escuela comenzó a “evangelizarme”. Él era de las Asambleas de Dios. Después de tanto insistirme en acompañarlo al culto, al fin me decidí a ir y... me gustó! Me gustaron las alabanzas, la predicación (ya no había aquel “ritual aburrido, monótono y rutinario” de las misas), y un día, antes de cumplir 16 años “acepté a Cristo como mi Salvador”. A partir de ahí me fui involucrando en la congregación. Cuando terminé mi bachillerato (high school), comencé a estudiar medicina, pero al final del primer año, después de una convención misionera, decidí dedicar mi vida a la vida religiosa (pero esta vez como evangélico) y comencé a estudiar una licenciatura en Teología en la Universidad de mi denominación.

caminoEstamos invitados a redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez mas clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo.

La Iglesia en su conjunto y en ella sus pastores, como Cristo, han de ponerse en camino par rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud.

Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús.

Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitido fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos.

presentacionEs lugar común oír hablar ahora del fenómeno del oscurecimiento de la fe, sobre todo en el mundo occidental. Esa voz de alarma que corre deja suponer que la iglesia (o las iglesias) está en su ocaso.

Talvez se trate de anuncios precipitados. Sin duda que el mundo está cambiando a una velocidad creciente. Esa profunda revolución cultural está barriendo con formas de vida a las que nos habíamos acostumbrado, incluidas las formas en que expresábamos nuestra fe.

Otras formas culturales de vivir florecen incontenibles. Algunos se escandalizan, otros se desconciertan, los más jóvenes las abrazan alegremente, a veces con poco sentido crítico.

La iglesia tiende a ser más conservadora que impetuosa. Es el peso de los siglos. Quienes se han instalado en la revolución cultural moderna miran a la iglesia como un museo de curiosas formas arcaicas, desconectadas de la vida.

Es la gigantesca tarea que debe afrontar la iglesia. Separar el oro del oropel. Redescubrir la belleza simple del Evangelio. Acompañar hacia Cristo a quien lo busca a tientas. Cultivar la fe de la comunidad con los alimentos básicos: sacramentos, liturgia y caridad.

tmdonboscoptoDon Bosco hizo una clara y decidida opción por los jóvenes, los adolescentes, los muchachos (no precisamente los niños ni los adultos). Sintió que ese era el campo que el Señor le había asignado: la juventud, “la porción más delicada y valiosa de la sociedad humana”; edad frágil, expuesta…, decisiva para el resto de la vida; decisiva para el futuro de la sociedad y de la Iglesia. Desde pequeño Juan Bosco entendió que esa era su vocación: los muchachos.

En Chieri, mientras estudiaba la secundaria, formó con sus compañeros la “Sociedad de la alegría”. Joven sacerdote en su pueblo, gozaba de la compañía de los chicos. A su director espiritual, Don José Cafasso, le manifestó que “se veía rodeado de muchachos”. A su bienhechora, la marquesa de Barolo, le declaró su decisión: “Mi vida la tengo consagrada al bien de la juventud”. Años más tarde, en unas “buenas noches”, les dijo a sus muchachos: “Yo por ustedes estudio, por ustedes trabajo, por ustedes vivo, por ustedes estoy dispuesto incluso a dar mi vida. Ustedes son la razón de mi vida”.

tmescueladesantosEl 8 de febrero comenzamos la gran aventura escolar en CEDES Don Bosco. Dos mil quinientas personas entre salesianos, profesores, personal de mantenimiento y alumnos se dieron cita para iniciar, sin exagerar, todo un mundo de propuestas educativas y pastorales.
La emoción de un nuevo año provoca ansiedad y expectativa. pero al comenzar a caminar en el horario normal parece que la corriente nos va llevando, y es una corriente no solo de actividades sino de personas. En medio brillan como joyas recién pulidas algunos chicos y chicas ilusionados por regresar a casa, al aula, a la iglesia, al patio.

Un día, después de haber concluido una actividad de bienvenida para los de nuevo ingreso, un chico se acercó a mi oficina deseoso de entablar una conversación “seria y madura”.

- Quiero ser santo – me dijo.

tmpatioPara un educador salesiano el “lugar educativo” del conocimiento del joven no es principalmente el test psicológico, sino el patio, donde se expresa espontáneamente. El encuentro educativo no es principalmente el formal, sino el espontáneo. El camino de crecimiento del joven está ciertamente en el respeto de las normas y en la docilidad al educador, pero mucho más que eso se encuentra en la capacidad de participar con alegría en las iniciativas y en la vida que se crean en el grupo, en el equipo, en la comunidad juvenil, donde los educadores tienen la función nada fácil de motivar, impulsar y animar, abrir espacios, favorecer la creatividad.

tmasistenciaNo es posible comprender la importancia de la asistencia salesiana por el significado que el diccionario o el lenguaje actual dan a la palabra. Es un término acuñado dentro de una experiencia y repleto de significados y aplicaciones originales. La asistencia comporta un deseo de estar con los muchachos: “Aquí con ustedes me encuentro bien”. Es presencia física donde los muchachos se entretienen, intercambian experiencias o proyectan; y, al mismo tiempo, es fuerza moral con capacidad de comprensión, reanimación y estímulo; es también orientación y consejo según la necesidad de cada uno.

La asistencia alcanza el nivel de la paternidad educativa, que es más que la amistad. Es una responsabilidad afectuosa y autorizada que ofrece guía y enseñanza vital y exige disciplina y compromiso. La paternidad educativa es amor y autoridad.

DSC 3812En el clima de familia los valores se hacen comprensibles y las exigencias aceptables. Así se traza el límite entre el autoritarismo, que corre el peligro de no influir aun obteniendo resultados formales, y la ausencia de propuestas; entre la injerencia, que no deja espacio a la libertad de expresión, y la inhibición educativa, que no se compromete a transmitir valores; entre la camaradería y la responsabilidad del adulto.

Las manifestaciones de la paternidad de Don Bosco tuvieron lugar en un contexto marcado por el carácter ejemplar de la familia patriarcal. Sus funciones servían como punto de referencia para todos los tipos de autoridad: civiles, empresariales, educativas. Entonces todo era “familiar”: la educación, la empresa, la economía. Era un axioma indiscutible que el educador debía asumir una “fisonomía paternal”.

 

Amar a los jóvenes quiere decir aceptarlos como son, gastar tiempo con ellos, manifestar deseo y placer en compartir sus gustos y sus temas, demostrar confianza en sus capacidades, y también tolerar lo que es pasajero y ocasional, perdonar silenciosamente lo que es involuntario, fruto de espontaneidad o inmadurez. Era éste el pensamiento de Don Bosco: “Todos los jóvenes tienen sus días peligrosos, y ¡los tienen también ustedes! ¡Ay de nosotros si no nos esmeramos en ayudarlos para pasarlos aprisa y sin reproches!”

Hay una palabra, no muy usada hoy, que los salesianos conservan celosamente porque sintetiza cuanto Don Bosco adquirió y consiguió sobre la relación educativa: cariño (amorevolezza). Su fuente es la caridad, como la presenta el Evangelio, por la cual el educador descubre el proyecto de Dios en la vida de cada joven y le ayuda a tomar conciencia de él y a realizarlo con el mismo amor liberador y magnánimo con que Dios lo ha concebido. Cariño es amor sentido y expresado.

tmprevencionLa prevención cuesta menos y es más eficaz que la sola contención de la desviación y que la recuperación tardía. En efecto, permite a la mayor parte de los jóvenes verse libres del peso de las experiencias negativas, que ponen en peligro la salud física, la maduración psicológica, el desarrollo de las potencialidades, la felicidad eterna. Les consiente también liberar las mejores energías, aprovechar lo mejor posible los itinerarios más sustanciosos de la educación, recuperar a otros en los primeros pasos de un eventual hundimiento. Ésta fue la conclusión de Don Bosco, después de la experiencia con los muchachos de la cárcel y del contacto con la mano de obra juvenil de Turín.

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En nuestra ruta hacia el bicentenario del nacimiento de Don Bosco (2015) hemos comenzado la estimulante tarea de redescubrir su personalidad. Desde tiempo hemos estado familiarizados con su biografía. Ahora nos llaman a descubrir su pasión educativa pastoral. No por curiosidad, sino porque somos los continuadores de su misión.

El primer rasgo que define a Don Bosco es su opción radical por los jóvenes, particularmente los que estaban en seria desventaja. Para eso existimos los salesianos.

La opción salesiana por los jóvenes tiene un color distintivo: el Sistema Preventivo. Más que un color, un arcoiris.

Los salesianos atesoramos un léxico valioso que se ha transformado casi en un mantra: amorevolezza, patio, asistencia, clima de familia.