tm11malu Una muy querida amiga, que es cristiana evangélica, pero con quien compartimos el gusto por la lectura orante de la Palabra de Dios y las alegrías del servicio, me hizo esta pregunta: “Malú, ¿por qué seguís siendo católica?”.

Lejos de sentirme molesta, la pregunta me hizo sonreír y recordar. Regresé a un lejano domingo por la mañana cuando la visita de unas personas evangélicas dejaron a la niña que era yo (apenas 13 años) sin respuestas ante sus ataques a mi religión católica. A pesar de estudiar en un colegio católico, donde tenía clase de religión dos o tres veces a la semana, no pude defender mi fe. Busqué mi biblia del colegio (“Dios habla hoy”. Aun la tengo). Al leerla, me di cuenta de que no sabía bien dónde buscar ni qué buscar. Me sentía frustrada.

Esa noche, al decir mis oraciones, prometí firmemente a Dios que nunca más me quedaría sin argumentos para defender mi fe. Así comenzó un camino que me ha conducido a lo que soy ahora. Pedí a mis papás que me regalaran libros para estudiar la Biblia, cosa que hicieron con mucho agrado, y los cuales yo devoraba. Recuerdo con especial cariño el “Defiende tu fe”, que me dio bases y abrió mi mente a un mundo donde todo lo que se hace en él tiene una razón de ser.

He comprendido que en la Iglesia todo tiene su “porqué y su para qué”. En la universidad asistí a cursos bíblicos, de predicación, de apologética. Compré (y ahora que lo pienso, lo sigo haciendo!) todo libro a mi alcance.

Que diferente es mi vida al entender que mí fe, es mi roca. Mis momentos felices son aún más dulces, y los tormentosos no son problemas, son pruebas para hacerme más fuerte. Grata fue mi sorpresa cuando mis hijos me pidieron sus primeras Biblias, cuando apenas empezaban a leer. Todavía lo es más al verlos tomar los libros que yo leía sobre estos temas.

Mención aparte merecen los sabrosos cafecitos que me tomo con amigos de diferentes confesiones de fe. Y más delicioso, el compartir sobre puntos de vista de cada uno, sin llegar a discusiones ni nada por el estilo, porque, como dijo alguien: “entre hermanos nos entendemos, ¿no?”

Claro, que nunca han faltado los ataques a mi fe católica por personas fanáticas, muchas de ellas en mi trabajo, desde “ustedes son obsoletos, no se actualizan, siempre hacen lo mismo” hasta “todos los católicos son corruptos”, sin faltar las irónicas menciones a todos los escándalos que los medios se han esforzado por difundir.

Es en esos momentos cuando agradezco a Dios haber llevado mis pasos por el camino del conocimiento de mi fe, ya que no tambalea ante ninguno de estos cuestionamientos. Al contrario. Una de mis mayores satisfacciones es poder explicar liturgia, tradición, magisterio. Creo firmemente que, al igual que Don Bosco, el que ama a la iglesia y a su fe, la defiende. Y tanto la amo, que me siento especialmente llamada a difundirla, a defenderla, a compartirla, a profundizarla.

¿Qué porqué sigo siendo católica? Vuelvo a sonreír y digo: Porque acá estoy en casa, estoy en familia y soy muy feliz.

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