P. Séttimo Rossoni, SDB. QDDG El P. Séttimo fue un compañero de toda la vida. Nos ordenamos juntos el 28 de junio de 1970. A lo largo de su preciosa vida salesiana pude apreciar una santidad hecha de lo que dijo Don Bosco a santo Domingo Savio: cumplir su deber y estar alegre.

Recién llegado de Italia era un gran futbolista, delantero y goleador. Fue siempre un buen estudiante. También fue un gran trabajador.

Ya ordenado sacerdote tuvo la gracia del Señor de un carisma especial para el sacramento de la Reconciliación que ejerció casi hasta los últimos días de su vida. Sus últimos años en Tegucigalpa los santificó en el confesionario.

Tantísimas personas me han expresado su pesar y dan testimonio del bien que les hizo en ese bello apostolado.

Fue un magnífico Director en las comunidades a donde fue enviado. Pero el amor de su vida fue sin duda la Ciudad de los Niños, en Santa Ana, El Salvador.

En medio de los jóvenes más pobres supo ser otro Don Bosco. Una vez le oí decir: "Si me volvieran a enviar a la Ciudad de los Niños, me iría corriendo".

Cuando comenzaron las duras pruebas por la falta de salud, nos dio ejemplo de fortaleza. Por varios años llevó la cruz del dolor con entereza y fe. Tuve la dicha de conocer a su familia en Treviglio, Italia. Allí celebramos con gozo nuestros 25 años de sacerdocio.

Nos preparábamos para los 50, pero él se fue antes al cielo.

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