MIGRANTES-SDARC-152856Christian, 13 años, y su hermanito William, 8 años, decidieron emigrar a Estados Unidos. Su mamá había hecho lo mismo años antes, fue deportada, y lo intentó de nuevo, con éxito. Sus hijos se aventuraron porque anhelaban reunirse con su mamá.

El viaje resultó peor de lo imaginado. Fueron asaltados, les robaron sus pertenencias, viajaron en territorio mexicano durante 48 horas seguidas en un furgón, William en la cabina, Christian atrás, ambos sin comida, tomando solo agua. Al final, estaban deshidratados y enflaquecidos.

 

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Somos tres salesianos quienes atendemos una pequeña parroquia en la cercanía del lago Petén Itzá, al norte de Guatemala. A los acostumbrados problemas de pobreza local se agrega el paso constante de migrantes hacia Estados Unidos.

La Pastoral de la Movilidad Humana de la parroquia promueve acciones de sensibilización para el migrante, dando apoyo mediante alimentación, calzado, ropa y medicina.  En casos urgentes, también pasajes de vuelta al país de origen. A veces, también posada, sobre todo a jóvenes y familias que pasan. 

Nuestro mayor servicio es estar con ellos, hablar, compartir el tiempo, sobre todo la noche que se quedan en la parroquia. 

Es un flujo continuo, tanto que el vicariato del Petén está pensando en construir una casa para los migrantes.

Muchos de ellos son jovencitos que huyen de sus países porque la violencia y la pobreza no les permiten vivir. El año pasado se presentaron al portón de nuestra iglesia tres niños (14, 12 y 11 años) huyendo de Honduras porque en su aldea la mara les había “propuesto” unirse a ellos. Rechazaron la propuesta y no les quedó otra solución que irse de allí.

MIGRANTES-SDARC-153030Superación de los prejuicios y preconcepciones en la evaluación de las migraciones

De hecho, la llegada de emigrantes, de prófugos, de los que piden asilo o de refugiados, suscita en las poblaciones locales con frecuencia sospechas y hostilidad.

Nace el miedo de que se produzcan convulsiones en la paz social, que se corra el riesgo de perder la identidad o cultura, que se alimente la competencia en el mercado laboral o, incluso, que se introduzcan nuevos factores de criminalidad. 

 

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La Jornada Mundial por los Refugiados no es una simple fecha a recordar, toca una de las realidades mas críticas que afronta la humanidad. Según cifras de la ONU “actualmente hay más de 22 millones de refugiados en el mundo, de los cuales la mayor parte son mujeres y niños, que han tenido que huir de sus países por la intolerancia y la violencia”. ¿Cómo responde la Congregación Salesiana a esta realidad?

Esta realidad ha sido parte de la misión de la congregación, que desde sus orígenes, Don Bosco dedicó especial atención, en especial a los jóvenes emigrantes venidos de fuera de Turín. Don Bosco no solo los acogió y educó, sino que salió en su búsqueda recorriendo las calles, talleres y edificios en construcción de la ciudad.

En el 2014, la celebración de la jornada de los refugiados en el mundo encuentra a la congregación salesiana y a sus colaboradores trabajando de manera significativa entre los emigrantes y desplazados en muchos países, especialmente en el tercer mundo. La ONU considera fundamental: “la protección de los refugiados y, ayudar para que estos vuelvan a reiniciar sus vidas y tornen a sus países de origen y acompañarlos para que se integren en los países donde han sido recibidos”. Algunos ejemplos de iniciativas concretas en estos ámbitos son:

Recuadro-1Los salesianos somos conocidos como pastores de jóvenes. Es la herencia que nos dejó Don Bosco. No simples educadores, sino educadores pastores. Es decir, pretendemos ayudar a los jóvenes a crecer en Cristo hasta niveles de santidad. Al menos, esa es la intención.

 

Para ello, hay que empezar por creer en los jóvenes. Creerlos capaces de lo mejor. Creer que, no importa en qué condición llegan a la casa salesiana, allí podrán encontrar un ambiente estimulante que los reta a crecer sin límites.

 

Domingo Savio es la prueba de que Don Bosco no andaba descaminado. Claro que recibió a un niño muy bueno proveniente de una familia fuertemente cristiana. Se podría pensar que la tarea le resultó fácil a Don Bosco. Pero no. La llegada al Oratorio fue un vuelco en la vida de Domingo. A las primeras de cambio intuyó con claridad que la tarea que le esperaba era nada menos que “ser santo”. 

 

Domingo Savio no fue la excepción en la casa de Don Bosco. Jóvenes excelentes en discipulado cristiano abundaban en aquella escuela de santidad. La ventaja de Savio es que lo tenemos canonizado, lo cual garantiza que no se quedó a medias en el seguimiento de Cristo.

4Hay una cierta resistencia generalizada a tomar en serio la santidad de un adolescente. Como si la santidad fuera asunto de adultos. Talvez nos conformaríamos con catalogar a los niños y adolescentes como buenos o muy buenos. Pero, ¿santos? Pareciera una piadosa exageración.

En tiempos de Don Bosco este prejuicio era más común, en cuanto que las figuras tradicionales de santidad estaban acaparadas por sacerdotes y monjas. San Luis Gonzaga era el modelo de la santidad juvenil: un religioso jesuita vestido de sotana negra.

La primera sorpresa la da Don Bosco. Estando en gira por su tierra natal, le presentan al niño Domingo Savio, que quiere estudiar en su Oratorio. Un intercambio rápido de frases y una pequeña prueba de inteligencia permiten a Don Bosco intuir que ese niño de doce años promete mucho. Escribirá en la biografía del futuro santo: Pronto advertí en aquel jovencito un corazón en todo conforme con el espíritu del Señor, y quedé muy maravillado al considerar cuánto le había ya enriquecido la divina gracia a pesar de su tierna edad. 

La evaluación fue fulminante: Me parece que la tela es buena. El ojo certero del pastor de jóvenes intuye que con ese muchachito se puede llegar lejos.

6Un estereotipo común acerca de la santidad juvenil es considerar al supuesto santo como un joven tímido, algo apocado, apartado de sus compañeros. Como quien dice, incapaz de matar una mosca.

Don Bosco narra varias anécdotas en que la figura del joven sabio es todo menos un retraído social. Basta saber quiénes integraban el círculo de sus mejores amigos: Miguel Rua, Juan Cagliero, Juan Bautista Francesia, Juan Bonetti, Celestino Durando y Francisco Cerruti. Estos eran mayores que Domingo y llegarían a ser las grandes columnas de la futura congregación salesiana, algo así como la flor y nata de los inicios de la historia salesiana.

 

En la biografía de Domingo Savio hay anécdotas que lo retratan como alguien tan arriesgado que era capaz de exponer su vida por reconciliar jóvenes violentos. Fue el caso de dos jóvenes del Oratorio que se odiaban tanto que habían decidido pelear a pedradas. Domingo intentó disuadirlos, pero sin resultado. Entonces les lanza un reto: los acompañará hasta el lugar de la pelea y allí les expondrá su condición. Al principio desconfían, pero el prestigio de Domingo se impone. Ya listos, con las piedras en las manos y la furia en el corazón, Domingo, alzando un crucifijo, se interpone primero frente a uno y luego ante el otro y los provoca a que descarguen sobre él su rabia. La actitud valiente y arriesgada de Domingo los desarma y terminan reconciliados. ¿Qué muchacho tiene tanta audacia para evitar una peligrosa pelea?

2El papa Francisco nos lo está recordando hasta la saciedad: hay que salir; una iglesia encerrada se enferma; vayan a la periferia. Ir a las periferias existenciales donde están los alejados, los afectados, los marginados.

Esto no es nuevo. Jesús mandó a sus discípulos: Vayan por todo el mundo. Es la dinámica del evangelio. El cristiano genuino es un inquieto que vive pendiente de la salvación de los demás. El cristianismo es lo opuesto al narcisismo. Nada de pasar la vida sacándole lustre a la propia santidad.

Domingo Savio descubre esta dimensión cristiana en el letrero bíblico colgado en la pared del cuarto de Don Bosco: Da mihi ánimas, cetera tolle (Dame almas, llévate lo demás). Sigue siendo el lema inspirador de la familia salesiana.

A Domingo, preocupado por ser santo, Don Bosco lo envía a trabajar para “ganar almas”, como se decía en el lenguaje del tiempo. Y Domingo lo tomó en serio. 

8A quienes están familiarizados con las obras salesianas les resulta normal verlas llenas de jóvenes, ya sean colegios, parroquias u oratorios. Sobre todo, lo que ahora conocemos como grupos juveniles.

Los grupos juveniles son asociaciones de jóvenes, ellos y ellas, que se reúnen espontáneamente para ejercitarse en el liderazgo, la vida cristiana y la proyección social. Son grupos dirigidos por ellos mismos, bajo la mirada estimuladora de un salesiano. Su característica más llamativa es el clima de alegría explosiva y vitalidad efervescente.

Pues ese aspecto algo pintoresco de la pastoral juvenil salesiana empezó con Domingo Savio, aunque usted no lo crea. Corría el año 1854. El papa Pío IX estaba por definir el dogma de la Concepción Inmaculada de María. Ese evento despertó en el pueblo cristiano un intenso fervor hacia la Madre de Dios.

A Domingo le faltan pocos meses para morir. Él intuye que su final se acerca, dada su precaria salud. Sus amigos recordarán su insistente inquietud: Desearía hacer algo en honor de la Virgen; pero en seguida, ya que temo que me falte el tiempo.

Fue entonces que comenzó a invitar a sus mejores compañeros para formar una “compañía”, que llamaron de la Inmaculada Concepción.

 

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Es Jesús mismo quien hace esta pregunta a sus discípulos en un momento decisivo de su ministerio, a partir del cual comienza a anunciarles su pasión y muerte violenta. “Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino les hizo esta pregunta: ‘¿Quién dicen los hombres que soy yo?’ Ellos le dijeron: ‘Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que alguno de los profetas’. Y él les preguntó: ‘Y ustedes, quién dicen que soy yo?’ Pedro le contesta: ‘Tú eres el Cristo’”. 

La pregunta sobre la identidad de Jesús aparece ante todas las dimensiones del ministerio de Jesús: su palabra, sus acciones, sus milagros, su solidaridad con los pecadores, su pretensión de perdonar las ofensas hechas a Dios: el pecado.

Pero también aparece, de una forma extraordinaria, en los hombres y mujeres con quienes Jesús se encuentra personalmente. 

Raguirre04Don Bosco tiene una concepción
religiosa de la historia.

Desde su forma de ver, la historia humana y el corazón de cada persona son el lugar de la acción salvadora de Dios, en una dialéctica perenne entre el tiempo, entre la gracia y la debilidad, entre pecado y redención. 

El Dios de la Biblia, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, no es un Dios lejano que observa los eventos desde lo alto; es cercano, activo, implicado en las “asuntos” humanos; su Espíritu llena la tierra y la vivifica, la trabaja, la hace fructificar. 

Además, Don Bosco está convencido de que la sangre de nuestro Señor Jesucristo por la salvación de la humanidad no se ha derramado en vano. La gracia y el amor de Dios por el hombre, son más fuertes que cualquier forma de mal, de cualquier resistencia y oposición. Y el hombre - por frágil y pecador - no es abandonado a sí mismo. El Creador, en Jesús Salvador y Redentor, se extiende hacia nosotros, no tanto para salvarnos, sino para santificarnos, para transfigurarnos, para unirnos a él en el amor. 

Por esto Don Bosco tiene una confianza incondicional en Dios y en el poder de su gracia: en aquel Dios que se da totalmente, que ofrece a su Hijo unigénito hasta al sacrificio de la cruz para que nadie se pierda, para que todos puedan vivir como hijos suyos. 

llamados-a-la-sntidad-r-aguirre-3¿A qué están llamados los laicos que tienen como referencia a Don Bosco?

Encarnar el amor que Dios “ha vertido en nuestros corazones” (Rm 5,5) significa acoger esa caridad de Cristo que nos abruma y nos impulsa a ser levadura evangélica en nuestro ambiente de vida, dándonos a los demás generosa y desinteresadamente. En otras palabras esto equivale a dirigirse de forma decidida hacia la santidad.

En esta ardua tarea no escondemos nuestros límites, nuestras fragilidades, las dificultades, los fracasos, pero es el mismo Jesús, el Resucitado, que nos anima:  “Yo estoy con ustedes todos los días“ o, como decía a Pablo, “Te basta mi gracia”, tanto como para hacerle exclamar:“cuando soy débil, entonces soy fuerte”. También las dificultades tienen sentido si como Pablo asegura, en Cristo “la tribulación produce paciencia, la paciencia, prueba y la prueba, esperanza”.