- Por Sergio Checchi /
- 3870
Don Bosco desarrolló en su vida una actividad casi increíble. Fundó dos congregaciones religiosas (Salesianos e Hijas de María Auxiliadora) que, al morir él, ya contaban con 1200 miembros y 400 novicios/as; levantó escuelas, talleres y oratorios, en diez países, para los hijos del pueblo; edificó tres bellas iglesias; organizó doce expediciones misioneras para las lejanas regiones de Sudamérica; escribió docenas de libros para la educación de los muchachos y la evangelización del pueblo; viajó por Italia, Francia y España resolviendo trámites y buscando recursos; envió una enorme cantidad de cartas a sus salesianos, a los jóvenes, a los bienhechores, a las autoridades.
- Por Gabriel Romero /
- 2655
«¡Eran pobres…realmente los más pobres!», exclamó el Papa Juan Pablo II en el momento en que Don Viganó, en 1988, le mostraba la pobre casita de I Becchi donde Juanito Bosco vivió los primeros años de su vida. Aquellas paredes hoy son un signo de una característica esencial en la identidad y personalidad de Don Bosco: la pobreza y su opción por los jóvenes pobres.
Don Bosco quiso morir pobre porque siempre vivió pobre, porque él, desde niño, descubrió la riqueza del corazón pobre en la figura de su madre y en su familia, en su época y en su pueblo. Y ahí, Margarita Occhiena, ejemplar y profeticamente, nutrió la confianza en Dios, que se traduce en una actitud espiritual y operativa, en medio de la experiencia de la muerte del padre, de orfandad, de limitación, de trabajo duro, de hambre, de carestía, de pobreza.
- Por Héctor Hernández /
- 1396
Don Bosco siempre ha estado presente en mi vida. Estoy seguro de que Dios me llevó a Don Bosco. ¿Qué sería de mi vida, de mi experiencia de Dios, si Don Bosco no hubiera estado presente en ella?
Don Bosco ha sido mi gran amigo que, abriendo sus manos, me acogió hace muchos años y me ofreció una experiencia de Dios completamente distinta a la que había vivido. Me invitó al compromiso en medio de los jóvenes en el movimiento juvenil salesiano. Me abrió el corazón para dar acogida a Dios y a los jóvenes. Me llevó a una misión más allá de mi vida ordinaria. Me impulsó a las misiones salesianas dentro y fuera de mi país.
- Por Administrator /
- 2348
“Quizá llegues a ser sacerdote”. Estas fueron las palabras proféticas pronunciadas por Mamá Margarita en una mañana de 1825 cuando escuchó, de labios de su hijo Juanito, la narración de un sueño que había tenido la noche anterior.
Desde pequeño, la idea de ser sacerdote fue acompañando a Juan Bosco. Las condiciones religiosas del ambiente eran favorables, pero no así las económicas de su familia.
- Por Administrator /
- 1298
Mi experiencia salesiana comenzó cuando ingresé al Colegio Santa Cecilia de El Salvador en el año1998. Ahí escuché hablar por primera vez de Don Bosco. Luego de unos años como estudiante salesiano y de escuchar experiencias de compañeros en los grupos juveniles, entré al grupo EJE (Encuentro de Jóvenes en el Espíritu) en el año 2008.
Dentro de mi camino en EJE, he fortalecido muchas cualidades en todos los aspectos de mi vida, he cosechado amistades valiosas, pero lo más importante es que he llegado a tener un encuentro personal con Jesús muy especial, de la mano de Don Bosco y de María Auxiliadora.
- Por Heriberto Herrera /
- 1308
Trescientas mil personas congregadas en un espacio más bien reducido es el indicador del arraigo profundo que monseñor Oscar Romero ha logrado en el corazón de todos los salvadoreños. Esa cifra es la muestra de una realidad mayor. Millones siguieron la ceremonia de beatificación a través de los medios de comunicación social.
El evento parece haber sido un punto de quiebre en la realidad nacional. Estaba precedido por el nerviosismo de muchos años. ¿Habrá tumultos? ¿Será escenario de una confrontación entre izquierda y derecha? ¿Es oportuna una celebración de este tipo?
- Por Fundación Monseñor Romero /
- 2067
Oscar Arnulfo Romero Galdámez nació en Ciudad Barrios, San Miguel, el 15 de agosto de 1917; era el segundo de ocho hermanos. Era una familia humilde y modesta.
A la edad de 14 años Oscar entró al Seminario Menor de San Miguel. Allí permaneció durante seis o siete años.
En 1937 Oscar ingresa al Seminario Mayor de San José de la Montaña en San Salvador. Siete meses más tarde es enviado a Roma para proseguir sus estudios de teología.
Oscar fue ordenado sacerdote a la edad de 24 años en Roma, el 4 de abril de 1942.
- Por Papa Francisco /
- 1322
En tiempos de difícil convivencia, monseñor Romero supo guiar, defender y proteger a su rebaño, permaneciendo fiel al Evangelio y en comunión con toda la Iglesia. Su ministerio se distinguió por una particular atención a los más pobres y marginados. Y en el momento de su muerte, mientras celebraba el santo sacrificio del amor y de la reconciliación, recibió la gracia de identificarse plenamente con aquel que dio la vida por sus ovejas.
Dios concedió al obispo mártir la capacidad de ver y oír el sufrimiento de su pueblo, y fue moldeando su corazón para que, en su nombre, lo orientara e iluminara, hasta hacer de su obra un ejercicio pleno de caridad cristiana.
- Por Heriberto Herrera /
- 1429
En la imaginación popular se tiende a considerar a religiosos y religiosas como bichos raros. La generación joven se desconcierta ante ciertas vestiduras extrañas y estilos de vida incomprensibles. ¿Por qué se encierran en un convento? ¿Qué sentido tiene vivir a contrapelo de las aspiraciones humanas más comunes: fundar una familia, alcanzar solvencia económica, organizar la propia vida con autonomía?
Cuando un joven o una joven manifiesta a sus padres su intención de ingresar en la vida religiosa, de ordinario la reacción es de desconcierto. Es como si su futuro de pronto se empañara. O los padres se oponen tajantemente, o tragan a duras penas esa aspiración extraña.
El caso es que sí es una opción extraña. Sale de lo común. Es una vía poco explorada y ante la sociedad tiene escaso brillo. Los amigos no entienden esa aventura un poco desquiciada. O tienden a disuadir al interesado, o lo miran con pena. En el mejor de los casos, lo admiran, pero desde cierta distancia.
- Por Administrator /
- 1616
Nuestra Familia, presente en casi todos los rincones de la tierra, está invitada a transformarse en casa de Jesús, en su morada, una en la que cualquier persona, de cualquier condición —pero sobre todo las más necesitadas—, pueda vivir la experiencia de venir y ver.
Ángel Fernández Artime
En su evangelio, Juan narra los humildes inicios del pequeño grupo de discípulos de Jesús. Su narración comienza de modo misterioso: se dice que Jesús «pasaba». No sabemos de dónde viene ni a dónde va. No se detiene junto al Bautista: va más allá de su mundo religioso del desierto. Por ello, Juan sugiere a sus propios discípulos que concentren sobre él su atención: «He aquí el Cordero de Dios». Jesús viene de Dios, no con poder y gloria sino como un cordero indefenso e inerme. No se impondrá jamás con la fuerza, no obligará a nadie a creer en él. Un día será sacrificado en una cruz. Quienes quieran seguirle deberán acogerlo libremente.
- Por Administrator /
- 1405
Cuando un joven o una joven decide ingresar a una orden o congregación religiosa, con frecuencia sus parientes, amigos o conocidos quedan desconcertados. Según el pensar común, esa vida no ofrece grandes oportunidades, es como truncar el camino del éxito. Se mira a esa persona con un poco de lástima.
A veces, los mismos papás se oponen tenazmente, pues les parece que su hijo o hija está arruinando su vida. O que es un capricho loco, motivado por la inmadurez. Hubo tiempos en que una joven que decidía por la vida religiosa era considerada víctima de una desilusión amorosa. Por eso, se refugiaba en un convento.
Las cosas son diferentes desde el ángulo de la fe. La vocación religiosa es una llamada de Dios. De él parte la iniciativa. Él llama a quien quiere. Quien siente esa llamada no se preocupa por lo que deja, sino que se deja fascinar por lo que promete. Y lo que promete es centrar la vida en Cristo y en su evangelio. La vocación religiosa no es el efecto de una tristeza, sino de una gran alegría.
- Por Administrator /
- 2289
Quien acepta la invitación de Cristo a la vida religiosa pronuncia los tres votos clásicos: obediencia, pobreza y castidad. Este paso formal de ingreso a la vida religiosa amedrenta a más de uno.
Y resulta absurdo para quien carece de la visión de fe. Suena a mutilación, a masoquismo. A una vida privada de goces elementales: el amor, el éxito, la libertad.
Los votos religiosos no son, en primer lugar, renuncia, sino liberación. Dicho así, provocará más de una sonrisa escéptica: pobreza, castidad, obediencia suenan a carencia, despojo, pérdida. ¿Cómo es posible que un joven lleno de ilusión por la vida y con sueños inmensos decida pronunciar esos votos inhumanos y empobrecedores?