oratorianaSara Cristina Del Cid Reyes tiene 22 años de trabajar en el oratorio salesiano Campo Cielo en Comayagüela, Honduras. Un ambiente violentado por las maras y entristecido por la pobreza hace que el trabajo de Sara sea fundamental para los jóvenes de su comunidad. 

 

“Llegué motivada por el hecho de ver tanto niño sin hacer nada en la cuadra, en el barrio; además para acompañar a mis hijos que en ese entonces eran muy pequeños. Conformé el deportivo Halcón. Así entré como dirigente de equipo. Luego me fue gustando el ambiente y más que todo el poder ayudar a los jóvenes”, recuerda Sara. 

 

Actualmente ella es la coordinadora de la liga pre-juvenil de futbol y se encarga con mucha diligencia de los calendarios de actividades, tablas de posiciones y todo lo que necesite la liga. 

INVITO-A-VALDOCCO-05 rifugioEn la vida de Don Bosco entra un personaje extraordinario. Habitaba aquí, en este palacio, de espléndida fachada barroca. El pobre cura de I Becchi entró muchas veces en el elegante atrio del palacio y subió la solemne escalera a dos rampas, para llegar a los suntuosos ambientes del primer piso, donde la marquesa tenía el estudio y la sala de recibo.

Aquí vivía Julia Colbert, viuda de Carlos Tancredi Falletti di Barolo. Ambos eran sumamente ricos, incluso más que la familia real, y figuras de primer plano en la nobleza de Turín. Su salón era frecuentado por los más importantes personajes de su tiempo: nobles, políticos como el ministro Cavour, diplomáticos, altos funcionarios y artistas...

Siendo muy religiosos (recientemente se ha iniciado el proceso de beatificación de ambos) y con imposibilidad de tener hijos, decidieron destinar toda su riqueza en obras sociales y caritativas. Con esta finalidad fundaron una institución, la Opera Pia Barolo, hoy todavía existente, con sede en su antigua residencia.

DSC 4187-(2)Hemos entrado en el tercer año de preparación al bicentenario del nacimiento de san Juan Bosco (1815-2015).

El primer año estuvo dedicado a conocer mejor a Don Bosco como figura histórica: su tiempo, su ambiente, sus respuestas al entorno social, político y religioso en que se movía. Cada quien es hijo de su tiempo y circunstancias.

El segundo año nos ayudó a descubrir la actualidad de su propuesta educativa, el Sistema Preventivo, tan útil y aplicable hoy como en los días de Don Bosco.

El tercer año está destinado a profundizar en la espiritualidad de nuestro Padre. Es decir, la fuerza del Espíritu que lo impulsó a una opción vocacional fuera de lo común: entregar sus energías sacerdotales a los jóvenes desamparados de su tiempo.

brandi-fitzgeraldJesús de Nazareth se presenta como una figura fascinante, que atrae a las multitudes, que se entusiasman al escucharle, que se olvidan en ocasiones hasta de comer. 


Su voz, hermosa y fuerte (en ocasiones le escuchaban hasta miles de personas), transmite un mensaje que, ante todo, impresiona por la autoridad con la que lo expresa: se trata de un lenguaje “distinto al de los escribas y fariseos”, hasta los ignorantes soldados reconocen: “ nadie ha hablado jamás como este hombre”; una autoridad que no es imposición o intransigencia, sino que más bien infunde seguridad y confianza en quien lo escucha, desde la seguridad propia con la que se expresa, aun cuando sus palabras contrasten con la mentalidad convencional de su tiempo.

nino-2El sistema preventivo de Don Bosco es un modo de vivir y trabajar para comunicar el Evangelio y salvar a los jóvenes con ellos y por medio de ellos. 

 

Este sistema informa nuestras relaciones con Dios, el trato personal con los demás y la vida de comunidad en la práctica de una caridad que sabe hacerse amar.

 

Para nosotros salesianos y salesianas no hay escapatoria: si queremos ser cristianos en este siglo nuestro, no hay otra que la “vía mística”: la educación, vivida en el misterio de la filiación y de la vida trinitaria calada en el tiempo y en la historia, en el actuar del joven y la salvación del mundo: como Don Bosco en su tiempo. 

TM3Jesús necesita personas que lo den a conocer, que hagan ver la presencia de Dios en el mundo.

He aquí nuestra misión salesiana: ser personas que den testimonio de Jesús a los jóvenes, especialmente a los más pobres desde el punto de vista social y económico, necesitados desde el punto de vista afectivo y emocional, en situación de riesgo desde el punto de vista de la pérdida de sentido de la vida, de esperanza y de futuro. 

 

El intento de echar a Dios fuera de nuestra existencia, no convierte la tierra en un paraíso. ¡Al revés! Hace más arduo nuestro trabajo, más frágil nuestra vida, la vida de los jóvenes más difícil y menos paradisíaca toda nuestra tierra.

TM4Yo creo que hay cosas buenas en este mundo, y por eso me empeño en combatir todos los días la buena batalla. Si la espiritualidad es un modo de vivir el Evangelio y el Evangelio es la buena noticia del encuentro con Jesús, para mí el rostro de los jóvenes, como se diría en “El Principito”, me han “domesticado”. 

 

En este mundo siempre hay algo bueno por lo que merece la pena comprometerse. Don Bosco eligió trabajar en lo bueno que había en los muchachos, empezando por los últimos y encontrando en ellos el rostro del Resucitado, que es un rostro que manifiesta bondad y alegría. 

TM5El da mihi ánimas es una llamada a vivir auténticamente nuestra vida unificándola en torno al ideal de la salvación de los jóvenes. 

No es simplemente dar cualquier cosa de nosotros, una parte de nuestro tiempo, nuestros saberes y talentos empleándolos en una profesión educativa. No es tanto “dar nuestras cosas”, sino ofrecernos a Dios para que Él nos use como quiere y, que por medio de María, nos conduzca en el campo de su misión.

El da mihi ánimas vivido en hechos, encarnado en la vida, nos pone al abrigo del riesgo de convertirnos en burócratas de la educación, dominadores del funcionalismo y de la eficiencia, y conferir a la misión salesiana la eficacia transformadora de las relaciones auténticas porque, hoy como ayer, ilumina quien arde.

 

El da mihi ánimas es también un principio de conversión continua, el resorte secreto que nos empuja a dejar a otros la acumulación de tesoros, la búsqueda de los placeres, la carrera de los honores, a abandonar la mediocridad, para ser cada día más libres de vivir la misión salesiana con sobriedad y templanza.

TM6Yo buscaba cómo servir al Señor, después de haber experimentado su amor.  A pesar de las circunstancias, decidí obedecerle. 

 

En una de misa de domingo, las Damas Salesianas invitaron a escuchar una plática acerca de lo que ellas hacían.   La invitación era para el viernes siguiente a las tres de la tarde, en un de salón de la Parroquia del Espíritu Santo en Guatemala.

 

Muy emocionada, llegué puntual para saber de qué se trataba.  En el salón había unas cuarenta sillas. La presidenta Lubia Chang de Barrios y la vicepresidenta Aura de Monzón  esperaban a las asistentes. Otras Damas Salesianas preparaban la merienda, la famosa champurrada. 

PresentacionTurín, tierra de santos en los tiempos de Don Bosco. Su mamá Margarita por primero. Si el proceso de su canonización no avanza, es porque no se puede certificar su tumba. Pero nadie pone en duda su santidad. De tal palo, tal astilla.

En el seminario de Chieri Don Bosco tuvo un formidable maestro de espiritualidad que, además de orientarlo en su formación sacerdotal, lo inició y apoyó en su novedoso apostolado con los muchachos obreros. Se llamaba san José Cafasso.

La marquesa Barolo fue una distinguida señora que puso su gran fortuna al servicio de las jóvenes en riesgo. Creó numerosas obras de caridad. Era amiga y bienhechora de Don Bosco.

Contemporáneo suyo fue también san Benito Cottolengo, el sacerdote que tenía una confianza ciega en la Providencia y así fundó el célebre hospital para enfermos crónicos graves.

Hay que incluir también a santa María Mazzarello, fundadora de las Hijas de María Auxiliadora, y a los sacerdotes beatos Antonio Rosmini y José Allamano.

Habría que hablar también de los santos que florecieron en la escuela de Don Bosco: santo Domingo Savio, beato Miguel Rua, beato Felipe Rinaldi. Ellos se dejaron contagiar de la santidad que irradiaba su padre y maestro. El Oratorio era, de verdad, una escuela de santidad.

DSC 0255El sistema educativo salesiano solo es posible desde el presupuesto
de la santidad. Sin este horizonte, el proyecto de Don Bosco parecería
un cúmulo algo ingenuo de recetas pedagógicas de uso discrecional.

Lo que Don Bosco soñaba no era solo asistencialismo de emergencia para muchachos en situaciones críticas de abandono. 

El relato simbólico del comienzo de la empresa educativa de Don Bosco es su conocido encuentro con el joven Bartolomé Garelli. Ese muchacho desamparado y desorientado en la gran ciudad de Turín se ha convertido en el símbolo de los millares de niños y jóvenes que se beneficiarían de la bondad educativa de nuestro santo. Pues bien, el diálogo vivaz de ese encuentro narrado por el mismo Don Bosco aterriza en la recitación conjunta del Ave María. Luego vendrían las catequesis semanales.

Es pues, evidente que la dimensión religiosa en el proyecto de Don Bosco es fundamental. Más tarde el santo educador acuñaría el lema “Honrados ciudadanos y buenos cristianos” para solidificar la doble dimensión de su interés por los jóvenes pobres y abandonados: felices en la tierra y felices en el cielo.

 

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A Don Bosco le tocó convivir con varios santos en la ciudad de Turín. Profesores suyos, amigos, bienhechores serían posteriormente canonizados. Es un detalle histórico impresionante esa proliferación de santos en ese tiempo y lugar.

Sin embargo casi la totalidad de ellos son figuras sacerdotales: Juan Bosco, José Cafasso, Leonardo Murialdo, Luis Orione. Pareciera que el clero monopolizaba la santidad.

Por eso, sorprende el hecho de que Don Bosco se saliera de los cánones de santidad aceptados y propusiera con valor el camino de la santidad a muchachos de barrio. Logró joyas refulgentes de santidad como Domingo Savio, Miguel Magone, Francisco Besucco, Miguel Rúa, Felipe Rinaldi, Augusto Czartoryski…

Más de medio siglo después de la muerte de Don Bosco, el Concilio Vaticano II abrió puertas y ventanas a todos los miembros de la Iglesia para entusiasmarlos por la santidad como vocación ordinaria.