P. Carlos Martínez, SDB. QDDG La noticia del fallecimiento del padre Carlos Martínez fue recibida con sorpresa entre los salesianos de Centro América. Era conocida por todos su salud precaria y su avanzada edad (87 años). Pero nos habíamos acostumbrado a su permanente jovialidad, su carácter amistoso y su dedicación incansable al servicio sacerdotal.

La extraordinaria afluencia de fieles a la misa exequial fue el testimonio evidente de lo mucho que era apreciado por la población.

El padre Carlitos, como era conocido por todo el mundo, fue la encarnación de la bondad inocente. Con alma de niño y un corazón abierto, atraía como un imán a los pequeños, sobre todo a los niños desarrapados, los famosos gremlins, sus amigos. ¿Tú querías al padre Carlitos? –pregunté a uno de ellos. –Sí, me contestó. Y yo: - ¿Por qué? Su respuesta vibró como un trofeo salesiano: –Porque nos quería.

Se podría pensar que sus permanentes achaques de salud redujeran su servicio sacerdotal. Fue al revés. Era solicitado como confesor por toda clase de personas: obispos, sacerdotes, religiosas, personas de todo tipo. Ya se sabe que confesar es un oficio que cansa. El padre Carlitos nunca se rehusó a quien lo buscaba.

Su jovialidad y buen humor eran la delicia de los hermanos de la comunidad. Narraba las anécdotas de su infancia con inocencia picaresca, no importando si las repetía una y otra vez. En las fiestas de comunidad, sobre todo en cumpleaños, se esperaba su poesía de ocasión en que, con inocente malicia, evidenciaba los aspectos cómicos del festejado. Al concluir la tanda anual de ejercicios espirituales, leía una cuasi crónica jocosa de las anécdotas cómicas sucedidas en esos santos días. Era para desternillarse de risa.

Como fiel salesiano, pasaba el tiempo con los niños del colegio, como un abuelo amoroso. En la vida comunitaria era fiel a los momentos de oración, a pesar de su débil salud.

El padre Carlitos falleció en el Colegio Salesiano de Granada, Nicaragua, el 23 de agosto de 2016. Había nacido en 1929 en esa misma ciudad. En 1943 ingresó al colegio salesiano. Profesó como hijo de Don Bosco en 1950 en Ayagualo, El Salvador. Cursó sus estudios eclesiásticos en San Salvador, El Salvador, y en Antigua Guatemala.
Fue ordenado sacerdote en 1959 en Guatemala.

Trabajó como sacerdote por breves períodos en El Salvador, Honduras y Panamá. Durante 46 años sirvió en Nicaragua como sacerdote y educador.

El obispado de León, Nicaragua, obtuvo para el p. Carlos Martínez y para el p. Orlando Calero el título honorífico de monseñor como signo de gratitud por el generoso servicio de confesores del clero en esa diócesis.

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