Foto por Huclebarry Con el primer ingrediente, la sabiduría, miramos el “punto de partida” en la cara. Esta humilde columna propondrá seis objetivos esenciales (uno por episodio: Sabiduría, Coraje, Amor, Justicia, Templanza, Trascendencia), a su vez divididos en muchos otros “potenciales”, a educar.



2. Coraje
En un pasillo de un centro de rehabilitación para niños con discapacidades más o menos severas, un niño con las piernas flácidas, aprisionado por voluminosos tirantes de metal, se arrastraba sentado en el suelo, resoplando y gimiendo.

“¡Mariana, ayudame!” lloriqueó enojado a la jóven voluntaria que lo miraba sonriendo al final del pasillo, con los brazos abiertos. “¡Ayúdame!” lloró el niño. Pero la jóven sonrió y no se movió.

Furioso, con lágrimas en los ojos, el niño señaló los brazos con todas sus fuerzas, con un esfuerzo inmenso obligó a doblar las piernas hasta ponerse de pie y tambaleándose, a paso de hormiga, comenzó a caminar por el pasillo.

Después de un tiempo interminable, llegó a la chica que lo esperaba, siempre sonriente, con los brazos abiertos.
El niño se arrojó a esos brazos gritando: «¡Solo! ¿Haz visto? ¡Lo hice todo yo solo! ».

La niña lo abrazó llorando y se quedaron así por mucho tiempo. Todos los que pasaban miraban con asombro ese momento de pura felicidad de una joven y un niño llorando abrazados.

Una meta, un camino, la fuerza y ​​la voluntad de seguirlo: lo es todo y es el camino para realizar uno mismo y la propia vida.
Con el primer ingrediente, la sabiduría, exploramos la realidad. Ahora es cuestión de elegir y luego tomar una decisión. Para ello necesitamos un segundo ingrediente fundamental: la valentía.

Gracias a Internet y la televisión, los niños están inundados de información. Alrededor de los 13-14 años, los intereses ahora son reconocibles, casi cristalizados.

Las actitudes son evidentes desde el principio, son las habilidades para triunfar mejor que otros en determinadas actividades, que todo niño muestra desde muy pequeño: «Se ve que es superdotado ...». Y entonces entran en juego los valores de referencia, el resorte principal de las decisiones.
En resumen, ¿Qué aspectos a considerar para ayudar a los niños a tomar decisiones?
Empiece a hacer algunas preguntas para descubrir un mundo de significados:

  • ¿Qué cosas te gusta hacer? ¿Qué es lo que realmente te da gusto? ¿Qué te gusta? (Intereses )
  • ¿A dónde quieres ir, qué objetivo pretendes alcanzar? ( Aspiraciones )
  • ¿Qué actividades haces mejor sin esfuerzo? ( Actitudes )
  • ¿En qué crees? ¿Qué es realmente importante para tí? ( Valores )
  • ¿Qué necesitas para sentirte satisfecho y pleno? ( Motivaciones )

Las respuestas son ingredientes que, sabiamente integrados, podrán indicar el camino a seguir.
La adolescencia termina cuando tienes una clara conciencia de tu identidad y comienzas a implementar los proyectos decididos.


«Yo puedo» (¡Podemos hacerlo!)
Las decisiones son una forma de definirnos, son la forma de dar vida y sentido a los sueños, son la forma de convertirnos en lo que somos.
Para dar los primeros pasos, tuvieron que aprender a caer y levantarse, a hacerlo por sí mismos. La autonomía y la responsabilidad son dos metas que los preadolescentes no logran por sí solos. Por mucho que intenten por todos los medios hacerlo solos y mantener a los adultos a distancia, en realidad aún no están preparados para arreglárselas sin la supervisión, el apoyo y la protección, aunque discreta, de los adultos.

El coraje es saber cómo gobernar el miedo en pos de las propias metas.

Una vez, dos amiguitos disfrutaron patinando en un estanque helado. Era una tarde nublada y fría, pero los dos niños jugaban sin miedo, pero de repente el hielo se resquebrajó y se abrió, tragándose a uno de los niños.

El estanque no era profundo, pero el hielo comenzó a cerrarse casi de inmediato.

El otro niño corrió a la orilla, agarró la piedra más grande que pudo encontrar y corrió hacia donde su pequeño compañero había desaparecido. Comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas, golpeando y golpeando hasta que logró romper el hielo, agarrar la mano de su pequeño amigo y ayudarlo a salir del agua.

Cuando los bomberos llegaron y vieron lo que había sucedido se preguntaron con asombro:
“¿Pero cómo lo hizo él? Este hielo es pesado y sólido, ¿cómo pudo romperlo con esta piedra y esas manitas?“
En ese momento apareció un anciano y dijo: “Sé cómo lo hizo”.
“¿Cómo?” ellos preguntaron.
El anciano respondió: “No tenía nadie detrás de él que le dijera que no podía hacerlo...”

Hay fuerzas asombrosas dentro de nosotros, pero se necesita tan poco para que lo olvidemos.

El coraje para actuar requiere algunas “fortalezas” esenciales: audacia, porque no es fácil superar la idea de renunciar (“nunca lo lograré“) a la perseverancia , a continuar incluso cuando el éxito no llega de inmediato; la laboriosidad , para probar nuevas soluciones; la integridad y la honestidad, para excluir atajos fraudulentos que continuamente son propuestos por personas sin escrúpulos. En la base de todo, finalmente, está el entusiasmo por la vida, la sensación de que es una hermosa tarea que puede requerir esfuerzo y compromiso, pero que se traduce en auténtica felicidad.

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