(ANS – Roma) – “Artesana de paz y reconciliación” es el tercer elemento del lema escogido para la canonización de la hermana María Troncatti, Hija de María Auxiliadora (HMA), programada para el próximo 19 de octubre. Hoy profundizamos, por lo tanto, justamente en este aspecto.
A subrayar esta dimensión de la religiosa salesiana está, en un video promovido por la Comisión histórico-espiritual-litúrgica creada expresamente para la canonización, monseñor Pedro Gabrielli, SDB, obispo emérito del Vicariato Apostólico de Méndez en Ecuador.
El prelado nació el 17 de marzo de 1931 en Pove del Grappa, en la Provincia de Vicenza. Llegó a Ecuador en 1958, y fue enviado a la selva ecuatoriana, donde trabajó con pasión por los indígenas Shuar y los colonos de Morona Santiago. Conoció a la hermana Troncatti en los años sesenta, cuando trabajaba intensamente en el hospital Pío XII. En ella admiró el gran sentido de maternidad y su entrega sacrificada en defensa de la salud física y espiritual de todos.
De ella recuerda, en primer lugar, “la sensibilidad que tenía en todas las actividades que hacíamos en Sucúa, con los maestros, con los internos, con la gente... En una palabra, se hacía corresponsable de todas las actividades que promovía la misión, para el crecimiento y la promoción social”.
En esa época el contexto social era tenso, en particular en las relaciones entre indígenas y colonos, que se disputaban la tierra, principal fuente de subsistencia para todos en ese tiempo: “Las relaciones, desgraciadamente, no eran las más deseables ni las mejores –relata–. La hermana Troncatti deseaba la paz y, por la paz, la tranquilidad y la colaboración, creo que donó su vida, ofreciendo su existencia para que hubiera mayor armonía y paz entre los dos grupos étnicos”.
El 4 de julio de 1969 se provocó un gran incendio en la casa salesiana, probablemente por parte de algunos colonos. Todo se quemó, pero afortunadamente no hubo víctimas.
¿Cómo reaccionó la hermana Troncatti? “Reaccionó como una verdadera madre”, recuerda el obispo emérito. “Nosotros salimos de casa con lo que teníamos puesto, porque las llamas del incendio ya eran voraces en todas partes. (…) Ella actuó con increíble rapidez: salió corriendo en la noche, a pesar de los pies hinchados y sus malestares físicos. Fue a abrir la única tienda de ropa que había en Sucúa para comprarnos enseguida algo con qué protegernos del frío de la noche”.
Un amor y una atención igual hacia todos, testimonia monseñor Gabrielli: “Para mí, la hermana María Troncatti fue una verdadera bendición. Ella era la benefactora, la enfermera, la socorrista de todos, tanto colonos como Shuar; todos se dirigían a ella. Por eso, manifestar el propio amor y gratitud a sor María Troncatti significaba necesariamente considerar las relaciones que ella misma cultivaba. la Hermana María Troncatti amaba a los colonos y deseaba su bien, su salud, su vida. Al mismo tiempo, amaba a los Shuar porque eran el corazón de la misión, sus hijos, y eran objeto de su atención y acompañamiento”.
Madre Troncatti buscaba también ayudas externas para que pudieran asistirla, y favoreció el trabajo de muchos jóvenes voluntarios de la “Operación Mato Grosso” dentro de la misión, para el desarrollo y el crecimiento de la población indígena.
“Estaba al servicio de todos: si podía hacer algo por los Shuar, lo hacía; si podía hacer algo por los colonos, lo hacía”. Tanto estaba atenta a las necesidades de todos que, cuando vio que algunos Shuar no se hacían atender en el hospital Pío XII animado por ella porque era demasiado distinto de sus ambientes, enseguida hizo erigir dos carpas a los lados del nosocomio, donde incluso los indígenas más reacios pudieran encontrar hospitalidad.
El video con la entrevista a monseñor Gabrielli, realizada enteramente en español, está disponible aquí.
Para más información, visitar el sitio realizado expresamente para la canonización de sor María Troncatti: https://mariatroncatti.org