El cristianismo acoge con fe la verdad sobre Dios que ha sido revelada por medio de Jesucristo. / Fotografía: Cathopic. La historia de las religiones es una expresión de la búsqueda de Dios por parte del ser humano. Y Dios nunca ha estado lejos de quienes lo buscan sinceramente (Hch 17,27).

Los católicos creemos que “a Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha revelado” (Jn 1,18). Aquí estriba la peculiaridad de la fe cristiana por lo cual afirmamos que no todas las religiones son iguales.

El cristianismo acoge con fe la verdad sobre Dios que ha sido revelada por medio de Jesucristo, en quien “reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente” (Col 2,9-10). Esto permite penetrar y conocer la verdad. No por mérito propio, sino por pura gracia. En el cristianismo Dios mismo sale al encuentro de la humanidad que lo busca.

Las creencias de las otras religiones están constituidas por doctrinas que los sabios de los diversos pueblos, en su búsqueda de lo divino, han ido elaborando a lo largo de la historia. En esas religiones el ser humano camina a la búsqueda de Dios con sus propios medios, los cuales resultan insuficientes para propósito tan elevado.

Los cristianos creemos que los textos sagrados de las diversas religiones contienen elementos positivos. Porque Dios se hace presente a los hombres en muchos modos y las religiones recogen elementos valiosos junto con lagunas, deficiencias y errores.

Pero los cristianos creemos que los únicos textos inspirados por el Espíritu Santo son los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento. Estos libros enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar para nuestra salvación. No ensañan Física o Biología, pero sí la verdad que conduce a la salvación.

La verdad acerca de Dios se nos manifiesta por la revelación de Jesucristo, quien es Dios hecho hombre, para llevar a cabo la obra de la salvación que el Padre le confió (Jn 5,36; 17,4). La Palabra, que estaba junto a Dios y era Dios, se hizo carne (Jn 1,1.14).

Jesucristo con sus palabras y obras, milagros y, sobre todo, con su muerte y resurrección, y finalmente, con el envío del Espíritu Santo, llevó a plenitud toda la Revelación. En esta Palabra, Dios se ha dado a conocer del modo más completo; ha dicho a la humanidad quién es, y que quiere formar comunión con nosotros.

La respuesta adecuada a esta revelación de Dios es “la obediencia de la fe” (Rm 1,5) por la que el hombre se confía libre y totalmente a Dios prestándole el homenaje del entendimiento y de la voluntad.

Respondiendo a algunas de las preguntas más frecuentes:

  • El celibato no puede ser algo que va contra la naturaleza, si Jesús mismo vivió célibe.
  • El divorcio es condenado por Jesús en Mc 10,1-12. Ahí se dice también que las personas divorciadas y vueltas a casar comenten adulterio.
  • El valor de la vida del que no ha nacido todavía, es superior al valor de la salud.
  • Las indulgencias se ganan ante todo por el arrepentimiento y la penitencia, sin los cuales no ayuda cumplir ciertos ritos u oraciones.
  • Estatuas y cuadros admirados y venerados no solo los encontramos en las iglesias católicas, sino también en galerías de arte, casas particulares y vías públicas sin que nadie haga problema.
  • Si el pasaje bíblico de la serpiente y la manzana (no se menciona en realidad ninguna manzana) es una especie de cuento, alguna moraleja tendrá. El mensaje es lo importante.
  • La Iglesia no enseña que las relaciones sexuales sirvan sólo para tener hijos. Sirven ante todo para amar con responsabilidad al cónyuge. Entonces es bienvenido el placer.
  • Dios no castiga, pero tampoco impide las consecuencias negativas de nuestros actos irresponsables. Nosotros sufrimos las consecuencias de alejarnos de Él porque sólo Él hace al ser humano feliz. Y sin Él sufrimos de eterna insatisfacción.
  • La muerte de Cristo en la cruz es una cuestión de amor y no de sadismo. “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.
  • Algunos afirman, refiriéndose a Jesús: “no es justo que alguien pague por otros”. Pero, querámoslo o no, eso de que inocentes pagan por culpables lo vemos todos los días.
  • El cielo donde Jesús “ascendió” no es un lugar físico-espacial. El lenguaje humano es inadecuado para hablar de cosas divinas. Por eso la Biblia utiliza imágenes y símbolos.
  • Algunos afirman que la Iglesia católica los ha decepcionado. En realidad, es fácil que lo humano de la Iglesia decepcione. Hubo quien se decepcionó incluso con Jesús.
  • “En la Iglesia hay muchos hipócritas”. Cierto. ¿Y dónde no? Pero en la Iglesia pedimos públicamente perdón por nuestros pecados al comenzar cada misa: “Yo confieso, ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos, que he pecado mucho...”.

 

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