Caleidoscopio

"Esta experiencia nos hizo comprender la urgencia del mandato misionero".Todo comenzó una mañana de noviembre de 2024. El aire estaba cargado de expectativas cuando los prenovicios, junto a otros salesianos formandos, nos embarcamos en una misión salesiana hacia San Pedro Carchá, en Alta Verapaz, Guatemala. No sabíamos que esas semanas de apostolado abrirían nuestros ojos a una dimensión desconocida: las misiones indígenas.

"Estoy convencido de que Dios nos ha llamado, a cada uno de nosotros, por amor".Queridos hermanos, espero que se encuentren bien y que la paz de nuestro Señor Jesucristo esté siempre con ustedes. Quiero compartirles algunas reflexiones que surgieron tras el último acontecimiento que viví junto a mis hermanos de comunidad en CRESCO. Espero que estas palabras sean de provecho para todos.

“Lo escuchaba atento y no podía quitar de mi mente la escena de los discípulos de Emaús”.Era el tercer día del Camino de Santiago, esta centenaria peregrinación hacia la Catedral de Santiago de Compostela, templo que custodia los restos de este apóstol de Jesús. Junto con un hermano salesiano nos aventuramos a recorrer ciento quince kilómetros a pie, yendo tras las huellas y los caminos que millones de peregrinos, con el pasar de los siglos, han hecho. 

"Yo los he tomado y se los he ido a presentar a Jesús pidiendo por este compañero para que deje de desperdiciar la comida".Un hermano entró, como buen salesiano, a hacer su visita al Santísimo en la cripta del colegio. Se percató de que, justo delante del sagrario, había algo extraño. Se acercó y vio que había un pequeño pan. Automáticamente pensó en la famosa película de “Marcelino pan y vino” y en el gesto que el protagonista tenía con Jesús. El hecho llegó a oídos del equipo de pastoral y de la comunidad salesiana y supusimos que este curioso detalle venía de parte de algún niño que estaba preparándose para su primera comunión, puesto que les habían proyectado algunas escenas de dicha película.

Cristian Adolfo López de León, exalumno salesiano de Guatemala y ahora, misionero salesiano en Mongolia.“¿Qué querés que te regale cuando seas grande?” me preguntó mi mamá una tarde. Yo, con menos de diez años y sin dudar ni un segundo, le respondí, “un Todoterreno para poder andar en las montañas ayudando a los que lo necesitan.” Mi mamá me vio sorprendida y guardó esta respuesta en su corazón. Años después, ella es la única testigo de tal hecho y ahora que me lo cuenta solo confío en sus palabras, pero es tal vez este el punto de partida para lo que se convertirá en “una vocación dentro de la vocación” como le suelen llamar. Yo no lo creería tanto, no me gustan esos carros.

José Guillermo Ramírez y Cristian Adolfo López, salesianos de Centroamérica que respondieron a la vocación misionera.Queridos hermanos y amigos: hoy me he atrevido a escribirles estas palabras, pero dirigidas con gran alegría desde el Colle Don Bosco, aquí, donde nuestro carisma ha nacido, y, por lo tanto, cada uno de nosotros también. En este momento me encuentro con hermanos provenientes de los cinco continentes, junto a quienes estoy participando del “Curso para nuevos misioneros”.