fondo presentacion El papa Francisco ha puesto de relieve el valor de la ancianidad en un mundo en que se tiende a descartar a esa generación como material de desecho.


Y no se trata de una respetuosa conmiseración, como quien dice lástima para quienes “ya jugaron”.

He tenido el privilegio de trabajar por largos años en la atención pastoral del pueblo indígena qeqchí en Alta Verapaz, Guatemala. Entre ellos pude descubrir con admiración el inmenso respeto que ese pueblo cultiva hacia sus ancianos y ancianas. En las reuniones celebrativas, estos tienen un puesto de privilegio. Su voz es respetada. Mueren en sus hogares rodeados del aprecio de toda la comunidad.

Esa valoración por los ancianos y ancianas contrasta con la tendencia actual, sobre todo en los países ricos, de desentenderse de las personas mayores encerrándolas en asilos donde vegetan tristemente olvidados. O, peor aún, anticiparles la muerte mediante fármacos con la tristemente llamada “muerte dulce”.

Es de agradecer al papa Francisco por su interés en ayudarnos a descubrir la riqueza de esta generación mayor. Abuelos y abuelas nos enseñan la ternura.
Su presencia silenciosa en la familia es una luz y una memoria para las generaciones jóvenes.

En este número del Boletín Salesiano entresacamos algunas ideas poderosas del papa Francisco sobre nuestra actitud amorosa y agradecida hacia quienes, en la etapa final de su vida, entregaron lo mejor de sí mismos para garantizar que nuestras propias vidas transcurrieran por cauces fértiles.

Que nuestras prisas y preocupaciones no nos hagan insensibles a la riqueza que ellos encarnan en su fragilidad final.

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Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
Edición 254 Noviembre Diciembre 2021

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