(ANS - Vaticano) - El domingo 19 de octubre, la Iglesia ha declarado siete nuevos santos con la misa de canonización en la plaza de San Pedro presidida por el Santo Padre, el papa León XIV. Siete nuevas «luces gentiles» se encienden para iluminar el camino de la Iglesia, siete nuevos santos que, como solía repetir el papa Francisco, iluminarán «las tinieblas del mundo». Se trata de los beatos Bartolo Longo, Ignacio Choukrallah Maloyan, José Gregorio Hernández Cisneros, María del Monte Carmelo Rendiles Martínez, Peter To Rot, María Troncatti y Vincenza Maria Poloni. Sus carismas y su espiritualidad fueron presentados en la mañana del 17 de octubre, por sus postuladores en la Sala de Prensa del Vaticano.
Bartolo Longo, el compromiso con los pobres con el rosario en la mano.
El beato Bartolo Longo (1841-1926) podrá encender una luz para todos aquellos que no creen, ya que «fue educado en la fe», explica el postulador padre Antonio Marrazzo C.SS.R., «luego se fue a Nápoles para completar sus estudios de Derecho y se dedicó a otras cosas, entre ellas, a las sectas satánicas. Pero uno de sus profesores le dijo un día: «Tú no eres esto. Esta no es la verdad sobre ti. Lo que buscas, tu tormento interior, no debe buscarse en lo que estás viviendo ahora». Al emprender finalmente su camino de fe, el beato Longo comprende que «el mejor camino para llegar a Dios es el rosario a la Virgen».
El hecho de ser laico y no sacerdote lo acercará a muchos fieles. «Acompañado por la presencia de la Virgen y la devoción al Rosario, que es una oración cristológica —continúa el padre redentorista—, no solo dio vida al Santuario de Pompeya, sino que construyó la propia ciudad de Pompeya, porque para construir la iglesia convirtió a los campesinos de la zona en albañiles, a los que dio alojamiento. Así nacieron los hospitales, las farmacias y las escuelas. Se ocupó de los hijos de los presos y de los niños abandonados». El Santuario de Pompeya fue, por tanto, la semilla de la que florecieron muchas realidades sociales destinadas a los más pobres. «Lo que podemos entender del beato Bartolo es que no se puede tener una relación con Dios sin estar en armonía con las demás personas», concluye el padre Marrazzo.
El amor por la Eucaristía del beato Maloyan.
«Si los jóvenes se han encariñado con San Carlo Acutis, que repetía a menudo que la Eucaristía era la autopista al Cielo, entonces también amarán al beato Maloyan, que antes de ser martirizado bendijo un trozo de pan y lo compartió con sus seiscientos compañeros de martirio: la Eucaristía era sin duda el alimento de su fe», reflexiona el padre Carlo Calloni O.F.M., postulador de la causa de canonización del arzobispo de Mardin de los armenios, beatificado como «mártir de la fe» por el papa Juan Pablo II el 7 de octubre de 2001.
Maloyan (1869-1915), obispo de la Iglesia armenia, «cuidó del rebaño que le había sido confiado durante cuarenta y seis años y la Iglesia lo proclama santo por el gesto de haber dado la vida por su rebaño», continúa el fraile capuchino. Durante el «Medz Yeghern - Gran mal» de 1915, monseñor Maloyan se negó a abjurar de la fe cristiana y a convertirse al islam. Este es, pues, el carisma de este futuro nuevo santo: «Tuvo la capacidad de devolver a Dios la vida que había recibido de Él. Además, siempre se adhirió a todo lo que la Gracia de Dios le ofrecía, incluso el martirio», concluye el postulador de su causa de canonización.
Beato Hernández Cisneros, medicina, fe y caridad.
La combinación de fidelidad al Evangelio en la vida cotidiana y caridad hacia los pobres se encuentra también en el beato José Gregorio Hernández Cisneros (1864-1919), beatificado el 30 de abril de 2021 en Caracas por el papa Francisco. «Era un médico del más alto nivel científico, profesor universitario, pero cuando atendía en su consulta privada recibía y curaba a todos: a los que podían pagar y a los que no», explica la postuladora Silvia Monica Correale. «A los más ricos les pedía que dejaran una limosna para los pacientes más pobres». El papa Francisco lo señalaba a menudo como ejemplo de «santo de la puerta de al lado». Por su compromiso con los más necesitados se ganó el apodo de «médico de los pobres». Murió en Caracas el 29 de junio de 1919, atropellado por un coche cuando iba a llevar medicamentos a un enfermo. «El papa Francisco comprendió que el beato Gregorio podía representar un punto de referencia para la devoción popular del pueblo venezolano», concluye la postuladora.
La beata María Carmen trae una doble alegría a Caracas.
«El domingo será un gran día para la arquidiócesis metropolitana de Caracas, porque es la primera vez que se canonizan dos beatos procedentes de la misma arquidiócesis», dice Silvia Monica Correale, postuladora tanto del beato Hernández Cisneros como de la beata María Carmen (1903-1977), fundadora del Instituto de las Siervas de Jesús, dedicadas a la educación, la catequesis y el servicio en parroquias y hospitales. Fue beatificada el 16 de junio de 2018 por el papa Francisco. «Esta beata, originaria de Caracas, me ha llegado al corazón porque es una figura muy contemporánea: murió en 1977 y yo podría haberla conocido», continúa Correale. «Era una mujer normal —añade—, como decía el papa Francisco a las religiosas. Fue capaz de vivir con mucha sencillez, pero con mucha profundidad, su vida y su consagración. Era muy humilde y maternal en su relación con los demás. La suya es una santidad de la vida cotidiana, una santidad accesible que puede proponerse como modelo para todas las mujeres, no solo para las consagradas», concluye Correale.
La defensa del matrimonio del beato To Rot.
«El beato Pietro To Rot, laico, fue asesinado por defender el matrimonio en 1945», explica el postulador, el padre Fernando Clemente Santos M.S.C.. Durante la Segunda Guerra Mundial, la ocupación japonesa de Papúa Nueva Guinea prohibió las actividades religiosas católicas e impuso la poligamia para ganarse la confianza de los lugareños. El beato To Rot (1912-1945), beatificado por el papa Juan Pablo II el 17 de enero de 1995, continuó organizando en secreto la oración y defendiendo los valores cristianos. «Defendió el valor de la indisolubilidad del matrimonio y se ocupó de la población en ausencia de sacerdotes. Tenemos muchos santos que defendieron el matrimonio, como por ejemplo Juan Bautista. El beato To Rot, sin embargo, era un laico y, además, contemporáneo. En una época en la que, según se dice, prevalece el «amor líquido», una época en la que el matrimonio está pasando por momentos difíciles, vale la pena tener en cuenta su figura», concluye el postulador. Será el primer santo originario de Papúa Nueva Guinea.
La beata Troncatti, una santa madre y misionera.
«La beata María Troncatti será una santa misionera y es significativo que se convierta en santa durante la Jornada Mundial de las Misiones. Vivió su misión como madre, cuidando a los niños abandonados de mujeres víctimas de la violencia», explica el postulador, el padre Pierluigi Cameroni S.D.B.. La beata Troncatti (1883-1969), beatificada el 24 de noviembre de 2012 en Macas (Ecuador) por el papa Benedicto XVI, fue médica, enfermera, catequista y madre espiritual. La gente la llamaba «la madre de todos». Después de la Primera Guerra Mundial, partió como misionera a Ecuador, donde trabajó durante más de cuarenta años entre los indígenas shuar, en la Amazonía.
«Era una artesana de la paz y la reconciliación. Entre los pueblos indígenas y los colonos blancos estaba muy extendido el método de la venganza y la conquista de los territorios ajenos. Su labor misionera, en cambio, estaba totalmente orientada a la reconciliación», continúa el postulador. «Hoy podría recibir legítimamente el Premio Nobel de la Paz. Como misionera, su mensaje es invertir en las nuevas generaciones, en la pastoral juvenil y en la formación de las parejas jóvenes y las familias jóvenes», concluye don Cameroni.
Contemplación y caridad en la beata Poloni
La Verona de los pobres de la primera mitad del siglo XIX es, en cambio, el escenario en el que vivió y trabajó la beata Vincenza Maria Poloni (1802-1855), fundadora del Instituto de las Hermanas de la Misericordia. Verona es también la ciudad donde el papa Benedicto XVI la beatificó el 21 de septiembre de 2008. «Por un lado, la misericordia hacia los pobres; por otro, la contemplación ante la Eucaristía». Este es el carisma específico de la beata Poloni, según el postulador Paolo Vilotta. «En la ayuda al prójimo —continúa— actuaba de manera concreta, pasando sus días con los pobres y los enfermos, pero la suya no era mera filantropía. En los pobres veía a Cristo. La actualidad de su figura —concluye el postulador— reside en su necesidad de volver al silencio y a la oración después de la actividad caritativa». Un carisma que ha permanecido en las Hermanas de la Misericordia, activas hoy en Italia, Alemania, África y Sudamérica.