tmxquesevan2La inmigración es un tema triste, dado el dolor que provoca en millones de seres humanos necesitados. Pero quedarse con esta visión corta puede dar lugar al cinismo, la resignación y la desesperanza.


La palabra "utopía" se entiende comúnmente como una ilusión agradable, pero imposible de alcanzar, algo así como soñar despierto. Sin embargo, hay otro modo de entender la utopía. Esta se refiere al polo de atracción que genera un dinamismo que impele a superar la situación actual buscando construir una nueva realidad. Otro mundo es posible. Tarea nunca terminada, pero que, en lugar de defraudar, estimula a caminar en esperanza.

Pronto  comienzan  a experimentar la amargura  de sentirse  no aceptados. Foto EDHJesús narra aquella simpática parábola de la viejita pobre que acude al juez malvado para que la defienda. El juez no está para perder el tiempo con esas pequeñeces y la ignora. Pero la viejita, con la insistencia propia de los más pobres, le tuerce el brazo al juez. Este, para quitársela de encima, termina por atenderla.

Ojalá hubiera en nuestros tiempos un final tan feliz como el de la parábola. Pero no. A los millones de inmigrantes que tocan a la puerta de los países ricos no los sostiene la esperanza de la viejita de la parábola. La puerta está bien trancada. Y si se colaron por algún falso portillo, se desata la cacería. Hay que echarlos fuera porque cometieron el delito de llegar a trabajar.

Inmigrantes - Foto EDHTodo empezó cuando estudiaba odontología. En aquel tiempo (1995) costaba mucho dinero. En mi segundo año se me volvía más difícil pagarla por las muchas dificultades en mi familia. A veces mi papá no podía pagar la solvencia universitaria. Entonces fue cuando yo empecé a cuestionarme si marcharme o no.

La decisión no fue fácil. Un primo estaba en los mismos planes, así que aproveché y me fui con él para no estar sola.

Una mañana de agosto salimos muy temprano para tomar un autobús que nos llevaría con un coyote: Así son llamados quienes llevan personas a Estados Unidos.

Inmigrantes - Foto EDHCuando Estados Unidos se propuso en el pasado suprimir el abuso del licor mediante la célebre ley seca, el resultado fue un incremento en su venta y consumo, junto a los ingredientes de toda actividad lucrativa clandestina: mafias, crímenes, riquezas mal habidas y una batalla perdida.

El negocio del narcotráfico está repitiendo el mismo esquema. Mientras en el norte haya consumidores ávidos de estupefacientes, los productores del sur se ingeniarán para enviarles toneladas del producto ilícito por la vía clandestina con fabulosas ganancias y horrendos crímenes.

Lo mismo podría decirse del fenómeno de la inmigración. Mientras haya naciones altamente desarrolladas en lo económico junto a pueblos empobrecidos ansiosos por sobrevivir, el flujo migratorio será imparable, a pesar de los más ingeniosos obstáculos que se implementen para frenarlo.

Escapar, porque quedarse  es la peor decisión. Foto EDHLas guerras generan caos, vidas rotas, enemistades a muerte, miseria. Guatemala, El Salvador, Iraq, Afganistán, tantos países de Africa han vivido o están experimentando convulsiones sociales que provocan la fuga masiva de sus pobladores hacia tierras más seguras.

Luego están los países pobres, que no pueden alimentar su población ni ofrecerle perspectivas de vida decorosa. Si no hay trabajo aquí, hay que ponerse en marcha y tentar, con alto riesgo, otros horizontes. El hogar queda roto, a veces definitivamente. Si se tiene suerte, comienza el flujo providencial de las remesas condimentadas de nostalgia.

Millares de personas intentan colarse  en los países de la abundancia. Foto EDHComo secuela de la última grave crisis económica mundial, en casi todos los países ricos se está produciendo un recrudecimiento del fenómeno antiinmigrante.

Los medios de comunicación social reportan decisiones gubernamentales alarmantes: expulsiones en masa de inmigrantes, murallas que se levantan en las fronteras, endurecimiento de los requisitos para ingresar a esos países, racismo y xenofobia.

Estados Unidos desata la alarma con la ley antiinmigrante de Arizona y con su sólida muralla al sur para contener la oleada de indeseables. En el sur de Italia se han producido choques violentos entre residentes locales e inmigrantes africanos. Francia expulsa a sus gitanos destruyendo sus refugios y tomando sus huellas dactilares. Otros países europeos, que se caracterizaban por sus políticas de puertas abiertas, ahora comienzan a plantear políticas restrictivas en el campo de la inmigración. Es el caso de Holanda, Suecia y Alemania. Con mayor o menor dramatismo, este fenómeno se manifiesta en todos los países ricos.

M. ZacharzewskiCuando cayó la muralla de Berlín, hubo fiesta en el mundo entero. La fiesta duró poco, pues otras murallas comenzaron a surgir: frontera sur de Estados Unidos, Israel. Otras murallas legales se erigieron: ley Arizona (que tiende a extenderse a otros estados), redadas antigitanos en Francia. Añádase al coctel el racismo, abierto o latente, que comienza a tomar fuerza en casi todos los países ricos.

Ser extranjero pobre se está convirtiendo en una maldición. Se le necesita, pero no se le quiere. Se le explota, pero se le margina. Abierta o sutilmente, el mensaje es cruel: no te queremos aquí, vete a tu tierra, eres nuestra vergüenza.

Pero la oleada de inmigrantes es imparable. Mientras haya un mundo de riqueza concentrada frente a miles de millones de desesperados, la fuerza magnética de la necesidad empujará a las masas humanas en una sola dirección: sobrevivir en los países de la abundancia. Es la versión actual de la parábola del rico epulón y el miserable Lázaro.