brandi-fitzgeraldJesús de Nazareth se presenta como una figura fascinante, que atrae a las multitudes, que se entusiasman al escucharle, que se olvidan en ocasiones hasta de comer. 


Su voz, hermosa y fuerte (en ocasiones le escuchaban hasta miles de personas), transmite un mensaje que, ante todo, impresiona por la autoridad con la que lo expresa: se trata de un lenguaje “distinto al de los escribas y fariseos”, hasta los ignorantes soldados reconocen: “ nadie ha hablado jamás como este hombre”; una autoridad que no es imposición o intransigencia, sino que más bien infunde seguridad y confianza en quien lo escucha, desde la seguridad propia con la que se expresa, aun cuando sus palabras contrasten con la mentalidad convencional de su tiempo.

nino-2El sistema preventivo de Don Bosco es un modo de vivir y trabajar para comunicar el Evangelio y salvar a los jóvenes con ellos y por medio de ellos. 

 

Este sistema informa nuestras relaciones con Dios, el trato personal con los demás y la vida de comunidad en la práctica de una caridad que sabe hacerse amar.

 

Para nosotros salesianos y salesianas no hay escapatoria: si queremos ser cristianos en este siglo nuestro, no hay otra que la “vía mística”: la educación, vivida en el misterio de la filiación y de la vida trinitaria calada en el tiempo y en la historia, en el actuar del joven y la salvación del mundo: como Don Bosco en su tiempo. 

TM3Jesús necesita personas que lo den a conocer, que hagan ver la presencia de Dios en el mundo.

He aquí nuestra misión salesiana: ser personas que den testimonio de Jesús a los jóvenes, especialmente a los más pobres desde el punto de vista social y económico, necesitados desde el punto de vista afectivo y emocional, en situación de riesgo desde el punto de vista de la pérdida de sentido de la vida, de esperanza y de futuro. 

 

El intento de echar a Dios fuera de nuestra existencia, no convierte la tierra en un paraíso. ¡Al revés! Hace más arduo nuestro trabajo, más frágil nuestra vida, la vida de los jóvenes más difícil y menos paradisíaca toda nuestra tierra.

TM4Yo creo que hay cosas buenas en este mundo, y por eso me empeño en combatir todos los días la buena batalla. Si la espiritualidad es un modo de vivir el Evangelio y el Evangelio es la buena noticia del encuentro con Jesús, para mí el rostro de los jóvenes, como se diría en “El Principito”, me han “domesticado”. 

 

En este mundo siempre hay algo bueno por lo que merece la pena comprometerse. Don Bosco eligió trabajar en lo bueno que había en los muchachos, empezando por los últimos y encontrando en ellos el rostro del Resucitado, que es un rostro que manifiesta bondad y alegría. 

TM5El da mihi ánimas es una llamada a vivir auténticamente nuestra vida unificándola en torno al ideal de la salvación de los jóvenes. 

No es simplemente dar cualquier cosa de nosotros, una parte de nuestro tiempo, nuestros saberes y talentos empleándolos en una profesión educativa. No es tanto “dar nuestras cosas”, sino ofrecernos a Dios para que Él nos use como quiere y, que por medio de María, nos conduzca en el campo de su misión.

El da mihi ánimas vivido en hechos, encarnado en la vida, nos pone al abrigo del riesgo de convertirnos en burócratas de la educación, dominadores del funcionalismo y de la eficiencia, y conferir a la misión salesiana la eficacia transformadora de las relaciones auténticas porque, hoy como ayer, ilumina quien arde.

 

El da mihi ánimas es también un principio de conversión continua, el resorte secreto que nos empuja a dejar a otros la acumulación de tesoros, la búsqueda de los placeres, la carrera de los honores, a abandonar la mediocridad, para ser cada día más libres de vivir la misión salesiana con sobriedad y templanza.

TM6Yo buscaba cómo servir al Señor, después de haber experimentado su amor.  A pesar de las circunstancias, decidí obedecerle. 

 

En una de misa de domingo, las Damas Salesianas invitaron a escuchar una plática acerca de lo que ellas hacían.   La invitación era para el viernes siguiente a las tres de la tarde, en un de salón de la Parroquia del Espíritu Santo en Guatemala.

 

Muy emocionada, llegué puntual para saber de qué se trataba.  En el salón había unas cuarenta sillas. La presidenta Lubia Chang de Barrios y la vicepresidenta Aura de Monzón  esperaban a las asistentes. Otras Damas Salesianas preparaban la merienda, la famosa champurrada. 

PresentacionTurín, tierra de santos en los tiempos de Don Bosco. Su mamá Margarita por primero. Si el proceso de su canonización no avanza, es porque no se puede certificar su tumba. Pero nadie pone en duda su santidad. De tal palo, tal astilla.

En el seminario de Chieri Don Bosco tuvo un formidable maestro de espiritualidad que, además de orientarlo en su formación sacerdotal, lo inició y apoyó en su novedoso apostolado con los muchachos obreros. Se llamaba san José Cafasso.

La marquesa Barolo fue una distinguida señora que puso su gran fortuna al servicio de las jóvenes en riesgo. Creó numerosas obras de caridad. Era amiga y bienhechora de Don Bosco.

Contemporáneo suyo fue también san Benito Cottolengo, el sacerdote que tenía una confianza ciega en la Providencia y así fundó el célebre hospital para enfermos crónicos graves.

Hay que incluir también a santa María Mazzarello, fundadora de las Hijas de María Auxiliadora, y a los sacerdotes beatos Antonio Rosmini y José Allamano.

Habría que hablar también de los santos que florecieron en la escuela de Don Bosco: santo Domingo Savio, beato Miguel Rua, beato Felipe Rinaldi. Ellos se dejaron contagiar de la santidad que irradiaba su padre y maestro. El Oratorio era, de verdad, una escuela de santidad.