zatletic Jesús es el Profeta por excelencia. Profeta es quien anuncia con autoridad una verdad importante. Jesús, como profeta, no anuncia verdades de tipo intelectual.



Él es el Profeta. “Yo soy la Verdad y la Vida”, dirá con autoridad. Su mensaje es él mismo. Comunica la Buena Noticia mediante palabras y gestos. No es un simple predicador.

Reducir el mensaje de Jesús a sus discursos como predicador es dejar en la penumbra otro canal de revelación tan importante como sus discursos y parábolas. Cuando Jesús sana enfermos o resucita muertos no lo está haciendo como simples gestos de misericordia, como una actividad paralela a su predicación. Los milagros de sanación, que abundan en el evangelio, son otra forma de anunciar el poder salvífico de Jesús. Lo que anuncia de palabra queda corroborado con los poderosos signos de liberación del mal físico o moral que aflige a la muchedumbre que lo rodea.

Son incontables los relatos de curación que reportan los evangelios. Algunos de ellos narran en detalle la acción poderosa de Jesús. La suegra de Pedro postrada en cama recupera la salud completa y se pone a servir a Jesús. La jovencita que ha muerto y que, con la energía de la mano de Jesús, se pone de pie. El hijo de la viuda de Naím que llevan a enterrar, pero vuelve a la vida por orden del Maestro. Lázaro que resucita después de tres días en el sepulcro, bajo el imperioso mandato del Señor.

Los diez leprosos, muertos en vida, quienes al recuperar la salud total por mandado del Salvador, pueden reintegrarse a la sociedad que los había expulsado. El ciego de nacimiento, cuya curación por obra de Jesús, provoca conmoción y desconcierto entre las autoridades judías. El paralítico de Betesda que se pone en pie y camina provocando un conflicto en el círculo de los fariseos.

La señora que sufre por años una hemorragia vergonzante que la margina de la sociedad, y que le “roba” a Jesús su curación. El ciego de nacimiento resignado a vivir en la miseria y que grita esperanzado a un Jesús que pasa. Los endemoniados de Gerasa reducidos a una vida infrahumana, que arrancan de Jesús, casi con violencia, la reinserción a una vida social digna.

¿Cuántos milagros habrá hecho Jesús en sus tres escasos años de vida pública? Los relatos pormenorizados de curaciones no agotan esta dimensión salvífica de Jesús.

Los evangelistas concentran en breves párrafos el hecho de que la acción curativa de Jesús alcanza también a grandes grupos.

Estas acciones sanantes de Jesús no son actividades marginales a su tarea de predicador. Es otra forma elocuente de expresar la misión salvífica que el Padre le ha encomendado. Es un mensaje tan eficaz como su palabra para indicar el impacto benéfico de su presencia entre los hombres afligidos por el mal, físico o moral. “He venido para que ustedes tengan vida, y en abundancia”.

 

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Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
Edición 260 Noviembre Diciembre 2022

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