El Señor Jesús nos está invitando clarísimamente, casi atrevidamente, descaradamente, a ser seguidores de Él, a ser discípulos suyos. Todos los jóvenes aquí presentes, jóvenes de nuestro MJS, sienten este deseo de seguir a Jesús. ¿Cómo se hace? De hecho, el Señor da algunas pistas. Dice: Uno no se pone a construir una torre si no ha pensado por dónde tiene que ir el proyecto que quiere hacer, si tendré los recursos o, como en una batalla, uno no cree que va a emprender un conflicto si no cree tener buen resultado.

Ahora viene la concreción. Queridos jóvenes seguir a Jesús no es solamente: Ah, qué bueno, vamos a seguir a Jesús, pero ... ¿Qué significa para cada uno seguir a Jesús? ¿Cómo? ¿De qué manera? ¿Cómo se hace concreto en la vida de cada uno que tenemos edades diferentes, momentos diversos?

29489276066 69ca3b0170 o1024px Seguir a Jesús no significa solamente preguntarse: ¿Qué me apetece? ¿Qué es lo que me gusta? Seguir a Jesús significa: ¿Qué creo que debo hacer con mi vida? Preguntarme si me gusta, si me siento con capacidad. Porque antes le hemos preguntado al Señor y le seguimos preguntando: Señor, ¿qué quieres de mí? Señor, ¿qué esperas de mí?

Esto no está de moda. Pero lamento decirles que no planteárselos es traicionarlos. Ustedes no deberían soñar su sueño de vida sin preguntarle al Señor: Señor, ¿cúal es tu sueño para mi?

Nadie conoce los designios de Dios sino solo Dios. Si yo quiero ser de los suyos, tendré que decirme a mí mismo en momentos de paz, de silencio, de interioridad, despues de haber vivido las experiencias más bonitas: Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Qué has pensado para mí?

Madre Teresa de Calcuta tenía toda la vida organizada: era una religiosa consagrada, misionera en la India. Cuando le pregunta al Señor: Señor, ¿es esto lo que quieres de mí hoy?, el Señor le da una sacudida de modo que ella descubre que su vida como misionera en la India no puede quedarse en ser una buena profesora para niñas de clase alta. Se da cuenta de que Jesús le pide dejar su congregación para lanzarse a la calle a socorrer a los más pobres. Solo fue posible porque ella se preguntó: Señor, ¿es esto lo que quieres de mí?

Ustedes tienen una hermosa figura en monseñor Romero. Era un sacerdote bueno, cumplidor, trabajaba muy bien, era un excelente secretario, tenía todo en orden, celebrara la eucaristía. Cuando se preguntó: Señor ¿qué quieres de mí?, ve el dolor de la gente más pobre. Oscar Romero no puede seguir haciendo lo que hacía, ni diciendo lo que decía. Su vida cambió a tal punto que fue tan incómoda que se lo quitaron de en medio a causa de la fe.

Un joven del MJS no puede responder en su vida sin preguntarle al Señor: Señor ¿cuál es tu sueño para mí?, ¿qué has pensado para mí?, ayúdame a entenderlo. Y lo descubre en la oración, en el servicio en su grupo juvenil, en la animación del MJS. y le dice: Ayúdame a hacer que sea el proyecto de mi vida, el sueño de mi vida.

Es precioso. No digo que es fácil, pero es posible y lo más bonito. Cuando un joven va haciendo su camino en la vida, dialogando con el Señor y viviendo en el servicio, en ese camino está encontrando su felicidad.

Señor, ¿qué quieres de mí? ¿qué sea papá? ¿qué sea esposa?, ¿qué hagamos un proyecto de vida hermoso de amor en el matrimonio? Luego, a dar la vida por ese sueño.

Señor, ¿qué esperas de mí? ¿me llamas para ser misionero? Si uno no tiene miedo a lo que resuena en su interior, va a encontrar el camino de la felicidad. En la medida en que respondemos al Señor, encontramos el camino de la felicidad. No tengan miedo.

 

 

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