Mauricio y Maritza Mauricio fue el único novio que tuvo Maritza. Ambos se conocieron porque Mauricio era amigo de uno de los hermanos de ella.

Ahora tienen 27 años de casados y dos hijos. Álvaro, 26 años, es ingeniero mecánico y Gaby, 21 años, es licenciada en educación inicial y parvularia.

“Su sinceridad, la sonrisa y su trabajo en la iglesia me hicieron desear verla de nuevo. Yo estaba en una época oscura, era joven, trabajaba y el dinero era solo para mí. Hacia lo que quería. Volví a llegar a la iglesia por ella”, cuenta Mauricio.

“Mauricio siempre fue un buen amigo para mí, ha sido el que me centra”, afirma Maritza.

Cada miembro de esta familia sirve en la iglesia de manera diferente. “Mi mamá es la rezadora de la colonia” dice Álvaro. Maritza con una larga trayectoria como catequista se ocupa de la espiritualidad en su barrio. Álvaro toca la guitarra y, junto a Gaby, anima las misas en su parroquia. Ambos son activos en los grupos juveniles donde han encontrado una auténtica comunidad. Mauricio es un estudioso incansable de los asuntos de la iglesia.

Maritza se siente bendecida porque sus hijos son normales. Mauricio, en cambio, cree que quizá son anormales porque se salen del tipo de joven de hoy. “No nos ha costado educarlos, pues han sido receptivos.” Mauricio y Maritza sabían que no podían dejar la educación religiosa en manos del colegio, así que esa tarea se hizo en casa.

“Es muy importante que los papás se involucren en la vida de los hijos. La mayoría de jóvenes con problemas difíciles se debe a que sus papás están ausentes. Mis papás han estado siempre presentes en nuestra vida, son amigos de mis amigos y eso es importante”, sostiene Álvaro.

El estilo familiar ha ayudado a que los amigos de Gaby y Álvaro respeten la casa, a sus papás y los valores. Álvaro forma parte del grupo musical Brújula. Cuando tocan en bares, les ofrecen bebidas ilimitadas, los demás lo miran con rareza cuando solo pide una soda o un vaso con agua.

“A veces tengo que sacarlos de la iglesia - dice Maritza - También hay cosas que hacer en casa.“

Gaby asegura que sus papás han respetado siempre sus valores, su interés por el estudio y su amor por lo que hace. “Hubo un tiempo en el colegio en que me invitaban a lugares “raros”, pero eso nunca me interesó. Mi carrera me gustó tanto que no tenía tiempo para otra cosa. Participé en un retiro de mi parroquia y me quedé a servir”.

Mauricio y Maritza han dejado que sus hijos prueben diferentes ambientes y que sean ellos mismos quienes elijan qué desean hacer. Eso sí, se mantienen cercanos como voz de la conciencia.

Como familia cultivan su relación con Dios con el servicio y con pequeños detalles como rezar juntos el ángelus, encomendar el día a Dios cuando salen de paseo, ir a misa juntos y apoyarse en los proyectos personales. Álvaro desea tener su propia empresa y Gaby un lugar para atención de niños.

La clave de estos papás es estar siempre cerca de los amigos de sus hijos e incluso de las familias de esos amigos, frecuentar sus ambientes e involucrarse en sus vidas.

“Mi familia es un claro ejemplo de éxito” enfatiza Mauricio. “Nunca me costó entender el amor de Dios porque el amor es lo que vivo en mi familia” dice Álvaro. “Mi familia es mi apoyo porque siempre están para mí”, asegura Gaby. “Mi familia es mi fortaleza, la fuerza que me levanta todos los días; son mi salvación porque me corrigen a cada momento”, concluye Maritza.

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