RobertoyGraciela Roberto y Graciela se conocieron en un retiro familiar en el que Roberto era servidor. Él no recuerda este suceso, pero Graciela sí. Después se encontraron en un grupo juvenil salesiano y allí nació una fuerte amistad.

Fueron amigos cinco años hasta que coincidieron en la universidad. Allí la amistad se convirtió en amor. Fueron novios siete años y se casaron en julio de 2011. Ahora son padres de Benjamín, de dos años y nueve meses, y Cristi, de un año.

Ellos aseguran que ser una familia firme en la fe es un reto hoy en día. Su mayor deseo es transmitir a sus hijos el amor a Dios y a la Virgen. “No podemos aislar a nuestros hijos del mundo de ahora; creo que debemos arraigarlos en sus valores”, dice Graciela.

“Hay personas que se molestan porque llevamos a nuestros hijos a misa porque son inquietos, pero quiero que desde pequeños se sientan incluidos. Yo creo que la cultura en la iglesia debe cambiar, debe ser un lugar de encuentro. Es raro ver familias completas en misa “, asegura Roberto.

Ambos afirman que el cansancio que implica la vida con los niños es lo más difícil de llevar. “Antes no teníamos horario; con los niños el cambio es radical. Hallar tiempo para nosotros es difícil, pero siempre tratamos de hacer un alto para encontrarnos como pareja, porque es necesario”, cuenta Roberto. “Es importante identificar este tipo de problemas que pueden afectar la vida familiar”, añade.
“Para mí el reto mas grande de ser padres en esta época es el de respetar las reglas, dejarlas claras. Respetar la hora de comer, nunca un celular al lado de la comida, por ejemplo. Yo prefiero el parque y los juegos de mesa a los pasatiempos digitales”, enfatiza Graciela.

Como padres tienen claro que los niños deben familiarizarse con el mundo digitalizado. A Roberto le gusta ver que sus hijos son habilidosos con los aparatos electrónicos, pero también son conscientes de que la casa es un lugar de encuentro. “La tecnología es parte de su vida, pero deben saber controlarse. Me gusta que en la televisión vean cosas que estimulen su aprendizaje, no solo para pasar el tiempo”, asegura.

Ellos creen firmemente en enseñar a sus hijos a compartir todo lo que tienen desde la comida hasta sus juguetes para contrarrestar un poco el individualismo de la sociedad actual. “Como papás tratamos de compartirlo todo. El poco tiempo que tenemos con ellos a la semana tratamos de hacer todo juntos y creo que por allí va la enseñanza de solidaridad, empatía y romper cadenas del egoísmo”, cuenta Roberto, mientras Cristi y Benjamín juegan en el suelo y comparten una galleta.

Estos jóvenes papás mantiene a Dios presente en su hogar con sencillas tradiciones como la oración de la comida que ahora la dirige Benjamín. Así también la oración en el carro cuando salen de paseo y encomiendan su día a Dios. Tratan de que los niños participen activamente en las celebraciones litúrgicas importantes del año.

Roberto y Graciela creen que lo más importante para formar una familia es conocerse bien, que la pareja esté cimentada en la fe y que ya casados busquen la forma de alimentar esa vida de fe.

Romper el individualismo y pensar en un amor de tres: la pareja y Dios es la llave para ser una familia feliz.

 

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