Mi familia es todo para mí.  María Celia Carlos y María Celia cumplen 50 años de casados. Tienen tres hijos y seis nietos.

Carlos asegura que se conocen desde que nacieron. Ellos iniciaron su noviazgo cuando María Celia tenia 24 años y Carlos 26. Para prepararse al matrimonio recibieron charlas con un sacerdote durante un año. “Siempre quisimos un matrimonio fundado en la fe. En cincuenta años hemos tenido muchísimas pruebas, pero el Señor siempre ha estado a nuestro lado”, dice Carlos.

En el terremoto de 1976 la casa de Carlos y María Celia se destruyó por completo. Estuvieron viviendo con sus familiares hasta que lograron reconstruir la casa.

María Celia fue profesora y Carlos auditor. Durante diez años prepararon parejas para el matrimonio. Fueron catequistas de un centro juvenil, ayudaban en retiros de la renovación carismática para matrimonios y por petición del párroco fueron consejeros de matrimonios con problemas.

En enero de 1996 doña María Celia enfermó de gravedad tras sufrir un infarto cerebral. El pronóstico fue reservado, pero sobrevivió con algunas secuelas. Desde entonces no puede hablar ni tragar, siendo alimentada con una sonda. Este hecho no ha impedido que ellos hagan su vida normal.

“Dos embarazos fueron muy difíciles. En el segundo estuvo a punto de quedarse paralítica. Después hubo un pronostico de cáncer y ahora lleva veinte años en esta condición. Hemos tenido innumerables pruebas. Sin el Señor no hubiéramos salido adelante”, afirma Carlos, y María Celia asiente en señal de respaldo.

Ambos se han encargado de la preparación de la primera comunión y del matrimonio de sus hijos. “Desde el primer domingo después de su nacimiento, mis hijas van a misa. Nunca hemos dejado de ir a misa. No me gusta la idea de que los hijos vayan a otro lugar para que los cuiden mientras los adultos están en la eucaristía. Ellos deben estar allí. Para nosotros la misa es todo. La oración es lo que nos sostiene “, dice Carlos.

“Parece que Dios ya no ocupa un lugar principal en la vida de las parejas de hoy. Se permite el aborto, se hace fraudes en los trabajos, la televisión fomenta antivalores y eso se debe al debilitamiento religioso. Parece que el sacramento del matrimonio es una cosa social, me preocupa mucho ver que no se vive a plenitud”.

Ambos aseguran que se puede encontrar la santidad en el matrimonio y que el éxito de una familia feliz consiste en tener fe y vivir de acuerdo a la palabra de Dios.

 

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