presentaciongris Los nubarrones de violencia que se ciernen sobre el triángulo norte de Guatemala, El Salvador y Honduras, en lugar de amainar, se agigantan. 

En los informativos nacionales se ha vuelto rutina el recuento narrativo de los nuevos casos de violencia. 

Pandilleros, narcotraficantes, oficiales corruptos forman un entramado oscuro que mantiene en zozobra a una población afligida por tanta sangre derramada y tanta vida traumatizada.

Ese mundillo tórbido no es el reflejo de una población básicamente honrada y trabajadora, con ganas de vivir y sueños que alimentar.

Pero los violentos y corruptos ensombrecen el panorama de esos tres países castigados por un clima de violencia criminal organizada.

La tragedia creciente provoca una pérdida de esperanza. ¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome? ¿Hasta cuándo va a triunfar mi enemigo?, grita angustiado el salmista.

Ser joven es un riesgo. Puede ser presionado para sumarse a alguna clica pandilleril. Puede ser atacado mortalmente por considerársele sospechoso. Puede ser asaltado  en el bus o en la calle. Puede ver truncado su sueño de estudiar por amenazas mortales. Puede quedar tachado socialmente por el solo hecho de vivir en el barrio tal.

Como salesianos dedicados a la educación de los jóvenes, sobre todo de las clases populares, esta calamidad nos afecta. 

Nuestra presencia educativa pastoral en esos tres países es bastante consistente. Pero sigue siendo una presencia mínima en el mar de niños, adolescentes y jóvenes que pueblan estas tierras. 

Al menos, queremos ofrecer un grano de arena con nuestro Sistema Preventivo que ayuda a formar honrados ciudadanos y buenos cristianos.

 

Heriberto Herrera

 

 

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