universo digital edit El golpe económico de la pandemia nos mantiene en problemas a todos, pero afectó de forma dramática a quienes tienen negocios informales, vendedores ambulantes, pequeños negociantes que viven de la ganancia del día.

Ellos no cuentan con ningún tipo de apoyo o subsidio al que pudieron recurrir quienes tienen pequeños negocios o un empleo fijo.

¿Quién por ellos? La Iglesia católica se mantiene alerta a esta necesidad y el único medio para fomentar la solidaridad de la comunidad en la pandemia fue y sigue siendo el Internet.

Las órdenes religiosas que se veían tímidas ante este mundo digital tuvieron que abrir sus puertas a esta realidad y pedir ayuda, visibilizar necesidades y dar información. No hubo otro camino.

Se puede constatar una gran cantidad de campañas para solicitar ayuda en los sitios webs y redes sociales de congregaciones religiosas, fundaciones, voluntariados y arzobispados consiguiendo donaciones para quienes estaban pasando necesidad.

Aunque la movilización ha resultado difícil, la comunidad católica se las ingenió para entregar la ayuda, aún con el riesgo del contagio.
De este gesto de solidaridad hay fotos y videos que luego se volvieron virales en redes sociales, en cadenas de WhatsApp o por medio de mensajería electrónica para seguir consiguiendo ayuda.

¿Cómo se hubiera visibilizado la necesidad y luego la respuesta caritativa sin las redes sociales? Nos guste o no, la única ventana que nos mantuvo unidos, en un momento en que un abrazo era prohibido, fue el Internet.
Ahora, mundialmente podemos decir con conocimiento de causa que la conectividad digital es una herramienta poderosa que nos permite realizar grandes cosas, si queremos hacerlo.

El evangelio se hizo vida en la red mediante mensajes positivos y transmisiones de la celebración eucarística. Solo en Centroamérica los salesianos transmitieron cinco mil novecientas actividades en live de Facebook y Zoom; de ellas, cuatro mil misas, alcanzando alrededor de cuatro millones de fieles.

En otro momento de la historia hubiéramos pasado un año completo sin ningún tipo de acompañamiento religioso y sin forma de visibilizar necesidades básicas de una gran parte de la población.

La Iglesia no se cruzó de brazos a esperar que la pandemia termine. Ha continuado ofreciendo ayuda espiritual, humana, social, material y psicológica.

Varias iglesias ofrecieron servicio telefónico o mediante correo electrónico de asistencia espiritual. Los grupos juveniles han reforzado sus lazos de unión en reuniones online para seguir con su formación, tardes de juegos y rosarios nocturnos. Todo apuntaba a que la separación física terminaría disolviendo estos movimientos pero, para sorpresa de los dirigentes, estos grupos se han mantenido o han crecido en número.

“El covid nos obliga a cambiar el modo de estar cerca de los jóvenes, mucho más online y mucho menos en el patio, pero eso no cambia nuestro espíritu y nuestra misión”, afirma Don Ángel Fernández Artime, Rector Mayor de los salesianos.

¿Qué sabemos de la gripe española? hay fotos e investigaciones, documentales que nos indican cómo fue todo aquello. El contagio se hacía mas grande porque no había información, no existía un medio de comunicación ágil que funcionara para la mayoría.

En el futuro cuando se hable del COVID 19 habrá una densa cantidad de información sobre las medidas, lo que sí funcionó y lo que no, y cómo se pudo controlar.

La información es poder. Gracias a la era digital, podemos dar ese poder a las futuras generaciones y a la Iglesia.

Este artículo está en:

Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
Edición 250 Marzo Abril 2021

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