- Por Administrator /
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Sesenta años de sacerdocio
El P. Jorge Miranda, salesiano salvadoreño, a sus 86 años de edad, sigue fiel a su ministerio de confesor. Con las fuerzas disminuidas por la edad y la enfermedad, se dirige diariamente a su confesonario para impartir la misericordia de Dios sobre los penitentes que a él acuden numerosos en la Parroquia María Auxiliadora, de San Salvador, El Salvador.
Igual fidelidad mantiene en la vida de la comunidad salesiana. Puntual en los momentos de oración comunitaria y en los encuentros fraternos. Su buen humor, sazonado con frecuencia con una ironía cariñosa, pone el toque simpático en las relaciones entre hermanos de la comunidad.
- Por Administrator /
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Cincuenta años de sacerdocio
Glorificar al Señor es lo primero que me viene a la mente. Darle gracias porque me escogió. Y a María Virgen que me protegió, me asistió y me concedió gracias de todo tipo. También a san Juan Bosco, que estuvo conmigo desde que yo era pequeño y me ayudó a entrar con los salesianos en la Escuela San Juan Bosco de Santa Ana, El Salvador, luego al Aspirantado y siempre me acompañó ayudándome en lo económico, en los estudios e infundiéndome su espíritu.
Gracias a mis superiores y formadores, que supieron comprenderme. Gracias a mis compañeros que también fueron mis amigos. Gracias a todos los me apoyaron durante mi vida. Gracias a mis padres y a mi familia que estuvieron siempre conmigo. Gracias a los jóvenes por el cariño que me han manifestado.
- Por BSCAM /
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Dice la Palabra de Dios que la vida del hombre puede llegar a los setenta años y, si es robusto, hasta los ochenta. En cuanto a mí, casi contemporáneamente he logrado dos marcas: los ochenta de edad y los cincuenta de sacerdocio. Debo reconocer que ni yo sé cómo lo he logrado. No he sido un roble macizo. Más bien, me comparo a una palmera que ha sorteado huracanes y tornados desde muchacho: enfermedades y operaciones tantas que perdí la cuenta.Aquí estoy contando el cuento hasta que Dios diga.
Huérfano de madre a los seis años. La bondad de Dios me llamó a los trece años al seminario menor de San José, Costa Rica. Me encantó tanto esa vida de estudio, oración y futbol que ya a los quince pude volar a El Salvador para continuar mis estudios en la colina de Ayagualo; era el 1948. Allí transcurrí varios años en un ambiente de austeridad y pobreza, pero agradable para quien tiene un ideal por delante.
- Por BSCAM /
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Mons. Mario Fiandri es el Vicario apostólico de El Petén, Guatemala. Sus feligreses se encuentran diseminados en un territorio un poco mayor que El Salvador. Tierra calurosa, con impresionantes reliquias de la antigua civilización maya. Sus llanuras se prestan para cultivos masivos de terratenientes poderosos en contraste con un alto porcentaje de la población en el nivel de pobreza. Territorio de narcotráfico y su consiguiente violencia.
En ese complicado mundo mons. Mario Fiandri ejerce su misión episcopal desde hace cinco años. En efecto, fue consagrado obispo el año 2009.
Anteriormente se desempeñaba como profesor de Sagrada Escritura en el Instituto Teológico de Guatemala, oficio que ejerció desde 1994 hasta su nombramiento como Vicario apostólico. Combinó el servicio de docencia con otros cargos como director de la comunidad salesiana o párroco.
Hizo sus estudios bíblicos por tres años en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma.
Mons. Mario Fiandri llegó a Guatemala en 1975. Después de un año de servicio en el Filosofado Salesiano, fue enviado al Centro Juvenil Don Bosco, de Managua Nicaragua, donde permaneció ocho difíciles años, dada la convulsión política que se vivía en ese país.
- Por Heriberto Herrera /
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Al cumplir cincuenta años de profesión religiosa tengo un motivo especial para expresar mi más hondo agradecimiento al Señor y a la Congregación Salesiana por todo el bien que he recibido a lo largo de estos años.
No puedo imaginarme más feliz de lo que estoy, de lo que he estado, como salesiano y como sacerdote. Por medio de mi vocación salesiana he tenido el privilegio de participar intensamente en la misión de Jesús. Dios me ha llenado de gozo, de alegría, de grandes satisfacciones. Esta felicidad, estas bendiciones las he recibido a través de mi vocación salesiana.
Mi vida en la Congregación Salesiana me ha llevado al conocimiento y la vivencia del evangelio resumido en las bienaventuranzas, donde Jesús nos promete felicidad al vivir y cumplir grandes retos de servicio, de entrega y de amor al prójimo. El fruto, la recompensa de practicar estos principios y valores, es la verdadera felicidad.
- Por P. Miguel Giorgio /
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Cuántas maravillas y prodigios has hecho por mí, Señor. (salmo 40)
El 5 de agosto de 1943, día de mi bautizo, el párroco preguntó a mi madrina: - ¿Cómo se llama este niño? - Miguel Donato Antonio, respondió Antonietta. Debido a las costumbres del pueblo, mis dos primeros años de vida me los pasé vestido de san Antonio.
Nací en un pueblecito del sur de Italia, en una familia normal de clase campesina. Se puede decir que hasta los trece años fui un pastorcito.
- Por P. Oscar Rodríguez Blanco /
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El 6 de marzo de 1958 fui invitado, con mis compañeros de escuela, a celebrar la fiesta de santo Domingo Savio. Se celebró en una pequeña capilla dedicada a San Juan Bosco, en Palmitos de Naranjo, Costa Rica. El Padre Bernardino Molina nos presentó la figura del pequeño santo canonizado por Pio XII en 1954 y nos invitó a escuchar un programa de radio llamado “Don Bosco sonríe”. Fue en ese programa donde empecé a conocer a Don Bosco, su obra y amor por los jóvenes.
Formo parte de una numerosa familia. Me he sentido siempre acompañado por ellos en el camino hacia la vida religiosa y sacerdotal. Don Bosco decía: “El mejor regalo que Dios puede hacer a una familia es un hijo sacerdote”. Agradezco a Dios el don de mi vocación salesiana y el llamado a la vida sacerdotal.