Blogs

Cristo murió en la cruz porque no hay amor más grande que dar la vida por aquellos a quienes se ama. El por qué Jesucristo llevó a cabo la redención con una muerte tan afrentosa se escapa a la razón humana.

Ésa es la verdadera “limosna”. Sentir las carencias y sufrimientos de los demás; saber “perder tiempo” con ellos, escucharlos, acompañarlos, ayudarlos. / Foto: Cathopic-Cáritas San Luis Potosí.Al inicio de la Cuaresma la Iglesia, inspirada en el Evangelio, nos señala un camino de conversión, recomendándonos, entre otras prácticas, la limosna. Pero ¿qué es propiamente la limosna?

Hemos sido llamados a poner en el centro de nuestro mensaje a Jesucristo, el encuentro con él y la luz y la fuerza del Evangelio.Comunicar la fe consiste en ofrecer a otros nuestra ayuda, nuestra experiencia como creyentes, para que ellos, por sí mismos y desde su propia libertad, accedan a la fe movidos por la gracia de Dios.

Con su poder divino ha resucitado, y ha vencido así a nuestros enemigos, el pecado, el mal, la muerte y el Maligno.Los sufrimientos de Cristo en su pasión y muerte de cruz, siendo sufrimientos de Dios hecho hombre, y siendo Él inocente, nos resultan incomprensibles, porque son tremendos e injustos. ¿Por qué tuvo que suceder?

En el cristianismo es Dios mismo quien sale al encuentro del ser humano: Dios se encarnó, se dio a conocer. / Imagen: Cathopic. “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16).

1- Jesús es Dios y hombre verdadero. El Dios-Hijo, o sea, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, se encarnó en las puras entrañas de María. De manera que en Jesús encontramos la unión de dos naturalezas: la naturaleza divina y la naturaleza humana, en una sola Persona, que es el Hijo de Dios Padre. El Hijo de Dios se unió al hombre Jesús desde la anunciación del Arcángel Gabriel a María. De manera que el Hijo de Dios se sometió a un proceso de gestación en el vientre de María, y a un nacimiento natural.

No hay nada más pastoral que la verdad, enseñada con amor y misericordia. / Fotografía Cathopic - Argenis José González La Iglesia tiene como misión predicar la verdad: Id pues y enseñad a todas las gentes (cf. Mt 18,29). Si este encargo del mismo Cristo no se cumple, no tiene sentido la Iglesia. Proclamemos la verdad, enseñemos la verdad, disfrutemos de la verdad, no luchemos contra la verdad.