En el sueño, son los jóvenes quienes ocupan el centro del escenario, sin necesidad de pronunciar palabra alguna. En el sueño de Juanito Bosco, hay algo especial que se le encarga hacer, pero no sabe muy bien cómo. Este encargo es importante para su futuro. Desde el principio, esta tarea tiene que ver con un grupo de jóvenes que aparecen en sus sueños y se sienten muy reales en su mente.

En el sueño, son los jóvenes quienes ocupan el centro del escenario, sin necesidad de pronunciar palabra alguna. Toda la trama gira a su alrededor, incluso los personajes celestiales y el propio Juanito se encuentran allí debido a la presencia de estos muchachos. El sueño se erige como un tributo a la juventud, y si excluyéramos a estos jóvenes, el propósito y significado de la misión de Don Bosco quedarían incompletos.

Lo que resulta fascinante es que los jóvenes en el sueño no son estáticos como una fotografía que captura un momento congelado en el tiempo. Más bien, estos muchachos están inmersos en un constante movimiento y acción, ya sea cuando se presentan como feroces lobos, cuando parecen no soportarse a sí mismos o cuando, transformados por el milagro de la Señora del sueño siguiendo las indicaciones de Juanito, se convierten en apacibles corderos, manifestando serenidad, amistosidad y cordialidad.

Lo más importante que Don Bosco, y más adelante los primeros salesianos, aprenden de este sueño es que el proceso de transformación es posible. Es un cambio en constante evolución, como el movimiento pascual, donde los lobos se convierten en corderos y los corderos forman una comunidad juvenil que celebra a Jesús y María. Este descubrimiento es, sin duda, un elemento crucial en el sueño y en la vida de Don Bosco.

Compartir