La llamada en el Sueño es excepcionalmente rica y significativa. «He aquí tu campo, he aquí donde tienes que trabajar. Hazte humilde, fuerte, robusto; y cuanto veas que ocurre ahora con estos animales, lo deberás hacer tú con mis hijos»

Lo que sucede en el Sueño de Juanito Bosco es, ante todo, una llamada vocacional. Es una invitación que parece desafiante e inalcanzable. Cuando se trata de responder a la llamada de Dios (representado como el Señor de gran majestad en el Sueño, Jesús), la dirección que esta vocación puede tomar resulta impredecible y desconcertante.

La llamada en el Sueño es excepcionalmente rica y significativa. A pesar de las difíciles circunstancias de Juan, su orfandad, la falta de recursos, la pobreza, las tensiones familiares, las disputas en su entorno y las dificultades para acceder a la educación debido a la distancia, parece que no hay un futuro posible más allá de trabajar en el campo y convertirse en un buen campesino.

A primera vista, el Sueño puede parecer inalcanzable, como si estuviera destinado a alguien más y no a él. Incluso las palabras de su abuela, en la interpretación familiar del Sueño, parecen sugerir lo mismo. Sin embargo, es precisamente, esta difícil situación la que hace que Don Bosco (en ese momento, Juanito) se muestre como una persona común, en busca de ayuda, pero también fuerte y apasionada.

La fuerza de voluntad, el carácter, la determinación y la fortaleza de su madre, Mamá Margarita, así como la profunda fe compartida por su madre y él mismo, hacen posible dar los primeros pasos. Aunque el Sueño siempre permanece presente, Don Bosco lo descubre gradualmente a medida que avanza en su vida: "poco a poco, a medida que las cosas se iban realizando, fui entendiendo..."

No hay magia ni intervención de "hadas" en esta historia. No existe un destino predecible, sino una vida llena de propósito, desafíos y sacrificios, pero también de fe y esperanza que impulsa a descubrirlo y vivirlo día a día.

En el Sueño, aparece un hombre respetable de aspecto varonil que habla con Juan, lo interpela y lo encomienda a la Madre, la Señora. Aquí se vislumbra una misión, una tarea como pastor-educador, en la que se destaca la importancia de la mansedumbre y la caridad como método a seguir.

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