BSCAM Ir a donde nadie quiere ir

Frida Margarita Erazo Aguirre ha adquirido el acento chileno. Eso es explicable después de nueve años de trabajo misionero en ese país. Está de nuevo en El Salvador para una visita prolongada a sus padres, que se sienten orgullosos de la opción misionera de su hija.

 

Frida pertenece a la Sociedad de Misiones Extranjeras, creada por los obispos de Quebec, Canadá. ¿Porqué está en Chile? -Porque me mandaron-, contesta como si eso fuera lo más natural del mundo.

 

Se estrenó en San Felipe, al sur de Chile, donde trabajó por dos años entre los indios mapuche. Como todos los indígenas de América, también los mapuche son un grupo marginado, muy pobre, al que le han arrebatado sus extensas tierras.

 

Ahora lleva siete años en Santiago. Sigue con su pasión por estar al lado de los marginados. Convive con los indios mapuche en la capital chilena. Pero se mueve también entre homosexuales, lesbianas y enfermos de VIH. Causa sorpresa el que una católica ande mezclada entre esos grupos marginales.

Frida y demás miembros de ese original equipo misionero no conforman un grupo parroquial ordinario. Han optado por ejercer su presencia misionera en grupos ¨sospechosos¨. Esto les ha ganado a veces el ser tildados de comunistas.

 

Cuenta Frida que no ser blanco en Chile es una desventaja social. Ella misma ha experimentado el rechazo por su color mestizo.

 

Frida, exalumna salesiana en San Salvador, sintió el cosquilleo misionero cuando formaba parte del grupo misionero en la Parroquia María Auxiliadora de San Salvador. Desde muy joven alimentó la ilusión de ir a donde nadie quiere ir.

 

A Frida le duele ver cómo los jóvenes chilenos se van alejando de la iglesia. Por eso, siente la importancia de estar cerca de ellos.

 

Frida regresa a Chile sin dramatismos. De apariencia sencilla, sus palabras brotan genuinas, sin artificio ni pose de ´heroica misionera´. Sus amigos mapuche, los homosexuales y lesbianas la estarán esperando como la amiga de muchos años.

 

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