Vivir dentro Estoy convencido de que en la vida hay puertas que hay que abrir y atravesar tarde o temprano. Bien porque han permanecido siempre cerradas o bien porque las abrimos en un momento de nuestra vida y no hemos vuelto a pasar por ellas

A lo largo del día abrimos y cerramos las mismas puertas infinidad de veces. Todas tienen algo que ver con nuestra vida: la del baño, cocina, lugar de trabajo, centro comercial o la iglesia. Todas y cada una de ellas nos sugieren algo. Las abrimos y atravesamos con más o menos ganas. Y las cerramos con más o menos cuidado, dependiendo de nuestro estado de ánimo.

Lo mismo ocurre con nuestra vida interior. Hay en ella numerosas puertas: la de nuestros recuerdos, deseos, sentimientos, fe, intimidad o secretos... es la puerta que abre ese espacio donde somos nosotros mismos.

Nuestro espacio interior

Creo que esa es una de las puertas que necesitamos abrir y atravesar tarde o temprano. Entrar y explorar lo que hay dentro de ese espacio interior es muy necesario en nuestra vida, ya que cuando entramos, encontramos precisamente eso: ¡vida! Dios ha elegido
ese espacio para habitar en ti. Ha colocado ahí el Espíritu de Jesús, el Espíritu de vida y de amor para hacer posible el encuentro entre él y tú.

¿No te suena ese pasaje del evangelio de Mateo en el que Jesús dice que tú cuando vayas a orar entra en tu cuarto, cierra la puerta, y ahí, en lo escondido, reza a tu Padre? Increíble y sorprendente, ¿verdad? Resulta que esa puerta que pocas veces abrimos, la de nuestra vida interior, encierra una sorpresa: estás tú en tu intimidad, pero está también Dios. Así que, si abrimos la puerta de nuestro interior, estamos abriendo la puerta a la oración, al diálogo de tú a tú sincero e íntimo con Dios.

Dios se ha colado en nuestra casa, en nuestra vida. Llama a la puerta y somos libres de abrirle o cerrarle. Somos libres de dejar que entre a hacer una visita breve o permitir que se quede a vivir en nuestra casa. Somos libres para dejarle que pida permiso cada vez que quiera entrar, o para darle las llaves de nuestra casa.

Así de emocionante y bella es nuestra vida espiritual. En este espacio intentaremos ir abriendo la puerta y descubriendo lo que hay tras ella.

 

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Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
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