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En el cristianismo es Dios mismo quien sale al encuentro del ser humano: Dios se encarnó, se dio a conocer. / Imagen: Cathopic. “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16).

1- Jesús es Dios y hombre verdadero. El Dios-Hijo, o sea, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, se encarnó en las puras entrañas de María. De manera que en Jesús encontramos la unión de dos naturalezas: la naturaleza divina y la naturaleza humana, en una sola Persona, que es el Hijo de Dios Padre. El Hijo de Dios se unió al hombre Jesús desde la anunciación del Arcángel Gabriel a María. De manera que el Hijo de Dios se sometió a un proceso de gestación en el vientre de María, y a un nacimiento natural.

No hay nada más pastoral que la verdad, enseñada con amor y misericordia. / Fotografía Cathopic - Argenis José González La Iglesia tiene como misión predicar la verdad: Id pues y enseñad a todas las gentes (cf. Mt 18,29). Si este encargo del mismo Cristo no se cumple, no tiene sentido la Iglesia. Proclamemos la verdad, enseñemos la verdad, disfrutemos de la verdad, no luchemos contra la verdad.

El bautismo en la Iglesia  católica. Lo que sucedió a Jesús cuando fue bautizado por Juan, nos ayuda a entender nuestro propio bautismo. Dice el bautista en Mc 1,9-11: “Al salir Jesús del agua, vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en figura de paloma, descendía sobre él. Se oyó entonces una voz del cielo que decía: ‘tú eres mi Hijo amado’”. Algunos de estos elementos los encontramos en nuestro bautismo: agua, presencia de la Trinidad, cielos se nos abren, desciende el Espíritu Santo, somos hechos hijos de Dios.

Todas las revoluciones prometen el paraíso en la tierra y la liberación de las cadenas. /Cathopic/ Luis Ángel Espinosa.Es frecuente escuchar de boca de líderes políticos de muchas naciones, invocar el nombre de Dios. Lo harán con más o menos sinceridad o hipocresía, pero no les da vergüenza invocar a Dios en público. Por el contrario, en España hace muchos años que era políticamente incorrecto que un líder político pronunciara en público el nombre el Dios en un discurso. La llamada ‘ley del péndulo’, o sea la tendencia humana de ir de un extremo al otro sin nunca detenerse en el sabio punto medio, había logrado en aquella que una vez era la catoliquísima España, llegara a pensar que para ser ‘progresista’ había que ser ateo o agnóstico. Mencionar a Dios en público te convertía socialmente en un retrógrado.

“Yo no soy el Cristo”Jesús dice, “Yo soy la luz del mundo”; “Yo soy el pan de vida”; “Yo soy la puerta”; “Yo soy el buen pastor”, y otras. “Yo soy” es una frase que se deriva del nombre de Dios tal como se le revela a Moisés en el Éxodo 3:14.

‘Yo Soy’ / Foto Cathopic / gvietoEn Jn 8,1-11 Jesús dice “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que ‘Yo Soy’. Recordemos que Yahveh significa precisamente ‘yo soy’. Es una forma indirecta de revelar su identidad divina. Esta frase está relacionada con el pasaje del libro de los Números 21,4-9 donde se narra que Moisés hizo una serpiente de bronce y la levantó en un palo; y si alguno era mordido y miraba a la serpiente de bronce, quedaba curado.