Cs5,46GestopaternodiDonBoscoq.N.MusioJesús llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: “Les aseguro que si no cambian y se hacen como niños, no entrarán en el Reino de Dios. Quien se haga pequeño como este niño es el más grande en el Reino de Dios. Y quien por amor a mí acoge a uno de estos, me acoge a mí” (Mt 18,1-5).

 

Es ante todo una elección: “Tú eres la parte más importante de mi jornada”. “Tú eres especial, y significas mucho para mí”.

Don Bosco está aquí dibujado por entero. Tiene los ojos y el corazón de Jesús.

Tenía una convicción respecto a la relación con los jóvenes. “Esta es la porción más delicada y preciosa de la sociedad humana, sobre la que se fundan las esperanzas de un futuro feliz”.

Impresiona cuando se ponen juntos lo que dice la Biblia sobre la actitud de Jesús en defensa de la vida de jóvenes y niños y lo que Don Bosco hizo.

TM5Bartolomé Garelli se encontraba en la iglesia de San Francisco de Asís, de Turín, mientras, en la sacristía, Don Bosco se revestía de los ornamentos, para la celebración de la misa.

 

“-¿Qué haces ahí? –dijo riñéndole ásperamente el sacristán- ¿No ves que este sacerdote está esperando un monaguillo? Vamos, toma el misal y ayuda a misa.

-¡Pero si yo no sé! – respondió Bartolomé.

-¡Cómo que no sabes…! Entonces, ¿por qué has entrado aquí? Hay que ver estos bribones: entran en  la iglesia como si fuera su casa. Lárgate inmediatamente de aquí, no sea que…”

TM06Hay varios tipos de alegría. La alegría más desilusionante es aquella que resulta de echarse unos tragos. Es decir, que solo se da bajo el  efecto de un estímulo intoxicante. Es una alegría barata y pasajera, que a veces termina en lágrimas.

Existe también la alegría biológica, producto del bienestar anímico y que se manifiesta en el buen humor, tan sabroso y saludable. Es una bendición para quien la disfruta, pero es inestable, dependiendo de las hormonas o del entorno favorable.

La alegría cristiana es otra cosa. Sin negar la anterior, la biológica, la alegría en el Señor se da aún ante graves problemas. Es la alegría evangélica, don del Espíritu santo, que nace de la experiencia de estar habitados por Dios.

Presupone la gratitud. El amigo de Jesús se siente bendecido, afortunado, bienaventurado. Vive en comunión con Dios. Vive de certezas: hijo de Dios, amado por Dios, conducido por Dios, destinado a una felicidad futura sin límites.

La gracia de Dios nos hace crecer como personas. Nos empuja a la libertad personal. Pentecostés es el mejor ejemplo de ello. En Pentecostés los tímidos y acobardados discípulos de Jesús se transformaron en audaces colaboradores de una empresa plagada de riesgos y enemigos.

TM7Me siento identificado con lo salesiano por varios motivos. Soy el clásico exalumno, ya que estudié y me formé en estas aulas durante once años. Me siento orgulloso y agradecido por la educación recibida de maestros disciplinados, estrictos, brillantes y a la vez cercanos.

Estoy convencido de que el espíritu salesiano, a través del Sistema Preventivo (razón, amor y religión), permea todos los momentos educativos. Mas aún, la salesianidad es mi estilo de vida, una forma cautivadora de leer el entorno y aplicarlo a la vida cotidiana junto a los jóvenes.

Esto es palpable en las aulas y patios del colegio. Los ex alumnos, que siempre vuelven a esta casa de Don Bosco a “contarme cómo les va” y a compartir sus proyectos de vida y esperanzas, me han demostrado que la labor educativa desborda la simple clase y que la “palabra al oído” es clave, marca pauta y se mantiene indeleble.

El espíritu salesiano se asimila imperceptiblemente. Cuando comencé a trabajar en el colegio, muchos de mis profesores se convirtieron en mis colegas. Así seguía aprendiendo de ellos. A la vez tenía el reto de formar junto a ellos “buenos cristianos y honrados ciudadanos”. 

Salesianos y docentes buscamos incentivar a nuestros jóvenes a ser solidarios, aguerridos, asertivos, creativos, que no sean conformistas y que la palabra mediocridad no exista en su vocabulario ni en su corazón. 

TM8Rafael Ernesto Benavides Gonzales comenzó sus estudios en el Instituto Técnico Ricaldone, de El Salvador, desde séptimo grado hasta bachillerato.  Seis años, en total.

En octavo grado tuvo un cambio drástico en su comportamiento. Malas calificaciones e indisciplina eran síntomas de que estaba perdiendo el control de su vida. Sus profesores llegaron a pensar que no tenía solución.

Su madre debió emigrar para pagar sus estudios. En noveno grado Rafael vivía solo, sin control parental, sin responsabilidad personal.

En una ocasión Rafael encontró a una maestra en el autobús.  Perdió la cabeza y la ofendió. Las autoridades del colegio decidieron su expulsión.  

Pero Carlos Arévalo, entrenandor de futbol en el colegio, decidió ayudarlo y aceptó ser su tutor. 

En bachillerato su conducta y sus notas mejoraron. En el segundo año tuvo otro error  de conducta que le cerró la oportunidad de continuar estudiando allí. 

Luis Carías, sacerdote salesiano

 

TM9

Aquella mañana fría de diciembre había un fila inmensa de gente a lo largo del Colegio Don Bosco, en Guatemala. Empezaba en el portón grande y casi llegaba al atrio del templo. Yo no había oído nada del “Don Bosco” ni de Don Bosco. Había cerrado mis estudios primarios y el colegio donde estudié no tenía secundaria. La mayoría de mis compañeros dijeron que iban al “Don Bosco”. Así que yo también fui para allá.

Gané el examen de admisión y comenzó esta aventura que continúa. Encontré un ambiente que me agradó mucho. Me sorprendieron las dimensiones de la escuela y la enorme cantidad de alumnos. Encontré un mundo sorprendente: amabilidad, organización, espontaneidad, disciplina, exigencia académica, miles de actividades extra-curriculares, propuestas de fe atractivas, propuestas para desarrollar nuestras cualidades: liderazgo, música, arte, deporte, religión, estudio, atención personal, y mucha comprensión y apoyo en alguna travesura juvenil o dificultad. Cinco años no fueron suficientes para aprovechar todo ese ambiente que podemos llamarlo de una manera más formal: “el sistema educativo de Don Bosco”, o la “pedagogía de Don Bosco”.

Papa-alegreDurante la Misa del 31 de mayo en Casa Santa Marta, el Papa Francisco explicó por qué los cristianos deben estar alegres y no tener “cara de cortejo fúnebre”. El Papa dijo que el Espíritu Santo es el que concede esa alegría que debe llevar a los cristianos a alabar a Dios.

 

“Es precisamente el Espíritu Santo quien nos guía: Él es el autor de la alegría. Y es esta alegría en el Espíritu la que nos da la verdadera libertad cristiana. Sin la alegría, los cristianos no podemos ser libres, nos convertimos en esclavos de nuestra tristeza. El gran Pablo VI decía que no se puede llevar adelante el Evangelio con cristianos tristes, desconfiados, pesimistas. No se puede. Esta actitud es un poco fúnebre. Muchas veces los cristianos tienen cara de dirigirse a un cortejo fúnebre más que ir a alabar a Dios. Y de esta alegría, viene la alabanza, esta alabanza de María, esa alabanza de la que habla Sofonías, esa alabanza de Simeón, de Ana: ¡La alabanza de Dios!”.