- Por BSCAM /
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Dios quiere que seamos misioneros. Donde estamos. Donde Él nos pone: en nuestra Patria, o donde Él nos ponga. Ayudemos a los jóvenes a darse cuenta de que ser discípulos misioneros es una consecuencia de ser bautizados, es parte esencial del ser cristiano, y que el primer lugar donde se ha de evangelizar es la propia casa, el ambiente de estudio o de trabajo, la familia y los amigos.
Ayudemos a los jóvenes. Pongámosle la oreja para escuchar sus ilusiones. Necesitan ser escuchados.
- Por Heriberto Herrera /
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Quienes no pudimos gozar de la bendición de participar en directo de las multitudinarias celebraciones de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, nos tuvimos que conformar con seguir a través de los medios de comunicación esa increíble experiencia de fe juvenil. El Boletín Salesiano quiere ser el eco humilde de esa explosión contagiosa de fe celebrada a nivel mundial. Nos resulta imposible reflejar en su totalidad la magnitud de ese evento. Por eso se ha tomado la decisión de entresacar pasajes “fuertes” de los discursos del papa Francisco. A eso se añade algún que otro comentario sagaz de personajes que supieron interpretar el alcance profético de la presencia papal.
- Por BSCAM /
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Llegar al Oratorio Domingo Savio es como transportarme a un mundo nuevo. Allí encuentro personas que son como mis hermanos buenos. Paso toda la semana esperando ese día. Me siento en familia. Es una experiencia que estoy viviendo desde hace doce años.
Fernando Hernández, Guatemala |
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Lo primero que me impactó de los salesianos fue su forma cercana de tratarnos, Me sentí apreciada, acogida y amada por ellos. Para todos tenían una sonrisa, una palabra amable. Es como cuando uno llega con una gran sed y comienza a beber, a beber y siente una satisfacción enorme, a tal grado que te enamoras de la fuente, en este caso de la educación salesiana. Los salesianos me han formado con la pedagogía del amor. Con ellos descubrí mi vocación de educadora. Paulina Coché Tzina, Guatemala |
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Ser parte de una casa salesiana ha sido una de las mejores cosas que me han sucedido. La casa de Don Bosco es mi propia casa, donde he estudiado, reído y llorado, donde he jugado y saltado al lado de mis compañeros que han sido como mis hermanos. Los salesianos me han forjado para ser feliz. No los echaré de menos porque soy uno de ellos, ni a Don Bosco porque fui parte de su sueño. Hércules Chamul Flores, El Salvador |
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Los salesianos me han formado de manera íntegra, con una personalidad cristiana, me han enseñado a superarme como persona, a exigirme con más de lo que puedo dar, a comprender que querer es poder, me llevaron a descubrir la luz de la fe, a ser una persona solidaria, a valorarme como ser humano y ver a mis compañeros como hermanos.
Monserrat González Laporte, Costa Rica |
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Lo principal que he aprendido con la educación salesiana es que se vive en un ambiente de familia y unión con Dios. He pasado toda mi vida con mis compañeros y en el salesiano he aprendido a sentirlos como mis hermanos. La educación salesiana es diferente.
Josué Durán González, Costa Rica |
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He aprendido que todos somos hijos de María Auxiliadora, que debemos preocuparnos por las demás personas y que la vida está llena de alegría y que, cuando tengamos presentes a Dios en nuestra vida, podemos mejorar nuestra calidad de vida.
Edwin Ariel Téllez Moreno, Nicaragua |
- Por Heriberto Herrera /
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Todavía quedan por allí resabios de aquellos modelos educativos severos, rígidos, con cierto aliento militar. Todavía piensan algunos en que educar jóvenes es uniformarlos desde fuera a base de presión autoritaria. Todavía hay quien suspira por una educación en que se moldea la personalidad del joven, entendiendo por molde un diseño predeterminado en que el joven debe entrar “a puro tubo”.
Es increíble que Don Bosco, hace siglo y medio, intuyera un modelo educativo revolucionario que sigue sorprendiendo y desconcertando a muchos. “A los jóvenes hay que darles amplia libertad para saltar, correr, gritar”. Este slogan salesiano chocaría con la mentalidad de muchos que conciben la educación como un universo rígido, serio, “ordenado”.
Poner la alegría al centro de la educación sigue sonando a herejía pedagógica. Para Don Bosco la alegría era esencial en el arte de ayudar a un joven a crecer hacia la edad adulta.
- Por BSCAM /
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Don Bosco consideró la alegría como un elemento fundamental en su sistema educativo. Son numerosas las citas del Santo que certifican el valor que le daba a la alegría como camino de una vida positiva y, aún más, de desarrollo de la santidad.
La alegría era un elemento siempre presente en los ambientes educativos animados por Don Bosco. En ellos se vivía un clima de fiesta. Todo podía ser celebración.
Por eso, los recreos tenían que ser animados, había espacio para el teatro, la música, el canto coral, el deporte, las excursiones.
Las mismas celebraciones religiosas dejaban de ser tediosas para convertirse en fiestas juveniles. La piedad, lejos de seguir los modelos serios y estirados de la época, se transformó en camino hacia el amor de Dios.
- Por Xavier Thévenot /
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Don Bosco sabía ver. La vida en Dios le permitía ver un poco como Dios ve. Ahora bien, Dios no ve primero las apariencias, el brillo engañoso del éxito financiero y social, sino que ve primero lo recóndito de las personas.
Don Bosco supo mirar la realidad profunda de la sociedad en la que vivía y el corazón de los jóvenes que le rodeaban. Su corazón de pobre vibraba entonces con la pobreza. Eso es lo que está en el origen de su audacia pedagógica. Cuando tantos sacerdotes de su tiempo permanecen encerrados y ciegos en su torre de marfil, Don Bosco, en cambio, ve. ¿Y qué ve?
- Por BSCAM /
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Cuando los alumnos salían del comedor, se acercaban al comedor de los salesianos, esperando que los clérigos terminaran la oración de acción de gracias. En cuanto escuchaban el final, abrían la puerta y se precipitaban dentro, luchando con los salesianos que salían y tratando de llegar primero hasta Don Bosco que estaba sentado al fondo de la sala. Los salesianos tenían que apoyarse en las paredes para dejarlos pasar y no ser arrollados.
Era una escena indescriptible. Los más afortunados estrechaban a Don Bosco de forma tal que los más cercanos apoyaban la cabeza sobre su hombro. Detrás de ellos, otros se subían sobre las mesas. Delante de Don Bosco se formaban varias filas de jóvenes sentados con las piernas cruzadas a la manera oriental. Más atrás muchos quedaban arrodillados. Por último, siempre sobre las mesas, una multitud permanecía de pie.