un lenguaje sencillo y creativo que llega al corazón Juan Bosco era un extrovertido. Le encantaba conocer a los demás, establecer una relación con ellos, llegar a lo más profundo, a lo más hondo de su persona. Las artes y el juego se convirtieron así para él en medios importantes para tener un público fiel y educar a sus amigos.

Desde el principio, empezó a comprender la importancia del lenguaje para comunicar el mensaje cristiano. Para él, las artes se convirtieron en un verdadero lenguaje de fe. El juego se convirtió en un método de comunicación; la interacción, en una forma de compartir y enseñar algo. En definitiva, las relaciones interpersonales desempeñaron un papel fundamental en la comunicación de Don Bosco.

En segundo lugar, Juan, al desarrollar las relaciones con sus amigos, creció en la capacidad de conocerse a sí mismo y a los demás, descubrió progresivamente cómo tratar las opiniones de los demás, cómo persuadir y cómo conducir hacia el conocimiento de sí mismo; empezó a tomar la iniciativa y a aprender de sus propios errores para evaluar los acontecimientos y a sentir alegría por el mero hecho de estar en compañía de los demás.

Involucrándose en las artes y las relaciones, el joven Juan Bosco empezó a jugar con las palabras, dándoles significado, relacionando las palabras con sus símbolos y desarrollando buenas habilidades lingüísticas. Aprendió a relacionar las emociones con las palabras. Su imaginación se expresaba a través de acciones artísticas, que ponían en movimiento sus pensamientos e ideas. Todo esto le dio valor para relacionarse con sus compañeros y aceptar el riesgo de fracasar al realizar bien cualquier actividad artística. A través de estos pasos progresivos, el joven Bosco emprendió un largo camino, que le llevó a ser un comunicador original y auténtico.

De este modo Juan Bosco aprendió el verdadero arte, el de la comunicación. Pronto se dio cuenta de que el dominio del lenguaje era la clave más importante de la comunicación. Para ello, ponía su corazón en cada palabra, experimentando un sentido de belleza y alegría en el acto de comunicar. Le guiaba la visión de un misterio que se convirtió en su inspiración interior.

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