El mundo de la música es inmenso, como las estrellas del firmamento. No podríamos terminar de explicar, en un artículo, todo lo que implica crear melodías, pero sí podemos hacer comprender su complejidad.
¿Por qué una canción me gusta más que otra? ¿Por qué hay canciones que son éxitos y otras pasan rápido al olvido? ¿Por qué la música puede influir en el estado de ánimo?
Las notas musicales tienen connotaciones emocionales. Los acordes mayores denotan alegría y las tonalidades menores tienen algo de dirección a melancolía y tristeza.
Una nota sola no tiene emoción, pero al juntar acordes mayores y menores se puede lograr expresar un sentimiento. Así se forman los modos, iteraciones o formas de la escala mayor que pueden hacer sentir una emoción.
Existen varios modos. Por ejemplo: Dórico: emoción melancólica, éste tiene un sonido celta como una película de vikingos. El modo Frigio es menor; por ejemplo, la canción icónica de la película Tiburón, algo misterioso o triste. El modo Lidio hace que el sonido sea disonante.
Las canciones están escritas en estos modos porque dependen de lo que el autor quiere evocar. Hay infinidad de escalas y modos. La música cinematográfica logra crear sensaciones de expectativa, miedo, persecución. Existen modos para todo.
Estos son los recursos del día a día del compositor, y la música tiene esas herramientas para representar de forma precisa un sentimiento. ¿Por qué una canción es más pegajosa que otra? Eso depende de la melodía. Casi siempre las canciones más populares son las más sencillas de repetir.
La música en el cerebro
La música es vibración, y el cuerpo reacciona naturalmente a ello. Esto es así desde el inicio de la humanidad. La vibración está en todas partes: el viento, el agua, el sonido de una gota al caer, el paso del viento a través de los árboles. Los antepasados iniciaron la música tratando de emular estos sonidos.
Las notas son frecuencias que estimulan el tímpano, y la interpretación de la música depende del estado de ánimo de cada persona.
Una prueba de ello es que, gracias a estas frecuencias, ha sido posible que existan músicos sordos. Mozart no escuchaba, pero podía sentir las frecuencias en las manos. Esto le ha sucedido a todo el mundo al menos una vez. En un concierto los espectadores pueden sentir las vibraciones, aunque se tapen los oídos, el cuerpo puede vibrar con el sonido. Las vibraciones son físicas; cuando alguien habla puede sentir la vibración y frecuencia de sus cuerdas vocales.
La música y sus usos
Hay personas que usan la música para estudiar, trabajar o conciliar el sueño. Hay ciertos sonidos que ayudan a diversas situaciones. Se les llama ruido blanco. Por ejemplo: el sonido de la lluvia, el mar, un avión, ríos. Producen vibraciones que pueden ser agradables para el oído y proporcionan efectos en la mente.
Respecto a la salud existe una carrera que se llama musicoterapia y estudia los efectos y beneficios de la música en las personas. Hay ciertas frecuencias o melodías que pueden estimular el sistema de recompensa. Por ejemplo, un músico se siente feliz cuando hace música o toca un instrumento, puede sentir un gozo verdadero y pleno.
También se usa la música para relajar a los niños. No hay estudios comprobados sobre si la música en el vientre materno convertirá a un niño en músico. El oído absoluto (músico nato) nace o puede desarrollarse. Entre más temprano un niño se empape de frecuencias estará más estimulado y será mucho más sensible.
La música es una disciplina. Si alguien se lo propone, lo logrará. Todos los seres humanos están dotados de la capacidad de aprenderla porque pueden sentir la vibración.
¿Toda música es igual?
Las canciones construidas con pocos acordes son más fáciles de consumir. Hay algo en la simplicidad que la gente disfruta, como el pop. Uno de los géneros más complicados es el jazz. La música más pegajosa es la latina por la forma de sus ritmos alegres.
También se le ha dado una clase social a la música, aún siendo universal. Se tiene la idea de que la gente de pocos recursos consume sonidos más populares como el reguetón y que las personas con más estudios o de una clase social alta son los que disfrutan de la música clásica. Según músicos expertos, esto es un error.
Existen canciones que están claramente enfocadas en cosas que no son buenas. Si la letra dice “quiero morir” con una nota triste, tendrá un impacto mucho mayor. Pero si esa misma nota se usa para decir “te quiero papá”, tiene otra intencionalidad y eso depende del autor. Hay canciones que inducen a la droga, el alcohol o una sexualidad desordenada.
La música en sí es abstracta: son notas, no tiene moral ni clase social. Es tan bondadosa que permite que a una misma persona le gusten diferentes ritmos en un mismo día.
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