Desde los primeros pasos de su misión pastoral, Don Bosco tenía claro que su obra debía estar centrada en la educació de los jóvenes, no solo desde una perspectiva académica, sino también desde el aspecto espiritual. Inspirado en la vida y enseñanzas de San Francisco de Sales, Don Bosco supo que su vocación lo llamaba a formar a los jóvenes para que pudieran tener un encuentro personal y cercano con Jesús, haciéndolo accesible a través de la catequesis.
El Oratorio de San Francisco de Sales, fundado por Don Bosco en 1846, se convirtió en el primer lugar de catequesis. Este espacio ofrecía un refugio para los jóvenes que vivían en situación de vulnerabilidad, pero, sobre todo, era un lugar donde los chicos podían conocer a Dios.
Don Bosco entendió que, para los jóvenes, el Oratorio debía ser una casa que los acogiera con amor, una iglesia que los guiara espiritualmente, un patio donde pudieran compartir su alegría y una escuela que les enseñara a vivir la vida con sentido. Por ende, su misión catequética iba mucho más allá de impartir conocimientos religiosos. Buscaba transformar corazones y acercar a los jóvenes a la figura de Jesús, el amigo que siempre los esperaba con los brazos abiertos.
San Francisco de Sales fue un modelo clave para Don Bosco en su labor catequética. De él tomó que la dulzura y el amor son esenciales en el proceso de enseñar la fe. Por ello, se dedicó a hacer que la enseñanza de la doctrina cristiana fuera accesible, atractiva y alegre para los niños y jóvenes.
Además, Don Bosco vivía de forma ejemplar, reflejando en su vida diaria los valores que transmitía a sus jóvenes. Para él, la catequesis era una herramienta para formar buenos cristianos y honrados ciudadanos.
La misión catequética de Don Bosco continúa viva hoy en todas las casas salesianas del mundo. Siguiendo su legado, hay ambientes donde los niños y jóvenes pueden experimentar el amor de Dios a través de la catequesis, la Eucaristía y los sacramentos, ofreciendo espacios donde puedan encontrarse con Jesús en medio de sus alegrías, desafíos y sueños, sabiendo que siempre tienen un lugar en el corazón de Dios.
Algunas de las características de Don Bosco como catequista que podemos resal ar son:
- Amor paterno: Don Bosco se relacionaba con sus jóvenes como un verdadero padre, mostrando siempre paciencia y compasión.
- Cercanía con los jóvenes: Siguiendo el ejemplo de San Francisco de Sales, Don Bosco practicaba la amabilidad y el diálogo constante con los jóvenes, haciéndolos sentir valorados.
- Enseñanza práctica y alegre: Su catequesis estaba marcada por un lenguaje sencillo y dinámico, haciéndola comprensible y atractiva.
- Firmeza en los valores: Mientras Don Bosco era cercano y comprensivo, también era claro y firme en la enseñanza de los valores cristianos, siempre guiando a sus jóvenes hacia una vida de rectitud y fe.
La “catequista” de Don Bosco
Mamá Margarita fue la primera catequista de Don Bosco y tuvo un papel esencial en la formación espiritual de su hijo. Desde temprana edad, ella inculcó en él los valores cristianos y una fe profunda en Dios. A través de su ejemplo y palabras, Mamá Margarita enseñó a Juan Bosco a confiar siempre en la Providencia divina y a vivir una vida de servicio.
Basta recordar algunas expresiones que repetía a su hijo, estas quedaron grabadas en su corazón:
- "Dios te ve", una expresión que le repetía constantemente, recordándole que en todo momento debía vivir con integridad y honestidad.
- "Haz siempre el bien, aunque te cueste", una enseñanza que guiaría a Don Bosco en su vocación de educar y cuidar a los jóvenes más necesitados.
- "Sin Dios, nada", con la que subrayaba la importancia de la oración y la confianza en la voluntad de Dios.
Mamá Margarita transmitió el amor a la fe y el compromiso con los más pobres, formando en él una base sólida para su futura misión como sacerdote y educador de jóvenes.