A los padres les corresponde moldear, dar forma, estimular el nacimiento de la inteligencia, de la creatividad, de la personalidad. Su tarea es muy similar a la de un escultor, un pintor, un músico. El niño es, en gran medida, su "composición", para la que se necesita tanto talento como el que puede necesitar un artista para realizar una creación. Y, tal vez, ¡más!". El psicólogo estadounidense John Powell afirma: “En algunos casos puede parecer aterrador, pero nuestro destino está en manos de nuestros padres. ¡Somos, todos nosotros, producto de quienes nos amaron o de quienes se negaron a amarnos!”.

Decir "anemia" es decir "carencia": falta de fuerza, falta de vivacidad, falta de calidez. La anemia pedagógica es también una carencia: falta de empuje, de pasión, de intereses... La anemia pedagógica conduce a una educación plana, descolorida, baja, resignada. El educador afectado por esta enfermedad, en efecto, tiene un carácter inadecuado al crecimiento de un hombre. Está fláccido, débil, falto de determinación. Para no tener problemas, educar con dulces y algodón de azúcar. El educador anémico no enciende fuego, sino que arroja agua.

Está sujeto a depresión y frustración. En lugar de dar caricias de primera mano, da caricias sustitutivas de segunda mano como regalos, obsequios, juegos o ropa. Tenemos suficiente para concluir que es prudente distanciarnos de la anemia pedagógica. ¡Aléjate, porque esta enfermedad es tan grave que hace imposible la educación misma!

Estrategias contra la anemia educativa
Podemos crear fácilmente nuestras propias estrategias o hacer que funcionen. Realmente no importa qué estrategias acumulemos. El principal problema es tener la voluntad de hacer nuestro trabajo, de poner límites saludables a nuestros hijos, límites dentro de los cuales puedan desarrollarse, aprender, crecer y florecer en la vida. Pero quizás el aspecto más importante sea la voluntad de utilizar el sentido común.

 

Estrategia 1
Los padres son el secreto de la felicidad futura de sus hijos. Se trata simplemente de ser personas serias que reflexionan por un momento sobre lo que son. Ser padre no es divertido, ¡no es para gente perezosa! De ello está convencido el prestigioso pediatra Marcello Bernardi: “Ser padre no es obligatorio. ¡Pero cuando uno se convierte en tal, debe enderezarse y tener cuidado con lo que hace!”. “¡Mucho!”, por supuesto, ¡porque el destino de un hombre está en manos de quien lo trae al mundo! Al respecto, el psicólogo estadounidense John Powell es muy explícito: “En algunos casos puede parecer aterrador, pero nuestro destino está en manos de nuestros padres. ¡Todos somos producto de quienes nos amaron o se negaron a amarnos!

Los padres, lo quieran o no, lo piensen o no, dejan una huella: educan o malcrían al niño que no puede escapar de ellos, especialmente en los primeros años de vida que forman el núcleo duro de la personalidad.

Estrategia 2

¡Fortalecer, en la medida de lo posible, la pasión educativa que impulsa todo! Pues el motor que da fuerza a toda pasión es un sueño, una meta, un ideal. La fortaleza de un hombre con un sueño supera con creces la de cien que solo persiguen intereses.

No sólo más fuerte, sino también más grande según la altura del sueño, del ideal. ¡Bien, busquemos un ideal mayor que el de dar al mundo un Hombre nuevo! No nos cansamos de subrayarlo: construir una calculadora electrónica es brillante, ir a la Luna es maravilloso, ¡educar a un Hombre es inmenso! Dicho esto, podemos cerrar el razonamiento: ¡la anemia pedagógica se destruye si tomamos conciencia de la altura y magnitud de la tarea de los padres!

Estrategia 3
Decidir lo que queremos y realmente enseñarlo. En general, es necesario enseñar a los niños a ser autónomos y a asumir la responsabilidad de sus propias elecciones y acciones. No les gusta en absoluto que les digan qué hacer. También podemos enseñarles que a veces tenemos que hacer cosas que no nos gustan. Es mejor centrarse en comportamientos simples y concretos que, una vez enseñados, desencadenarán otros cambios positivos.

Estrategia 4
Tú eres el modelo. Podemos aprender a actuar con convicción y confianza, incluso cuando, siendo totalmente honestos, no experimentamos estos sentimientos. Podemos enderezarnos, sacar el pecho, mantener la cabeza en alto y caminar con paso firme. Podemos aprender a dar media vuelta, a no retroceder más, o podemos permanecer quietos. Podemos bajarnos al nivel del niño para mirarle a los ojos. Podemos aprender a bajar la voz cuando estamos enojados, en lugar de levantarla. Podemos ganar tiempo para planificar lo que queremos decir o para tomar decisiones.

_____________________

Podemos tomar nota de las cosas buenas de nuestra vida. Podemos buscar inspiración en nosotros mismos o en los demás. Podemos dedicar nuestro tiempo y energía a los demás. Y, como hemos visto tantas veces, podemos decir lo que pensamos y pensar lo que decimos.

Compartir