Ser niño o niña entre los 0 a los 5 años no es cosa fácil. Les propongo que hagamos el ejercicio de ponernos un ratito en su lugar, de que seamos altamente empáticos.
Una de las primeras cosas que se me ocurre es sobre el lenguaje. Qué difícil debe ser querer expresarse y que no le entiendan a uno. ¿Pero se han fijado cómo son de creativos y ocurrentes los niños que usan sus gestos y hasta dibujos para hacerse entender?
Una vez ya superada esta parte, vienen las emociones. Imaginémonos que estamos de lo más felices jugando con nuestro juguete favorito, haciendo lo que más nos gusta en la vida y de pronto alguien nos dice que hay que dejar de hacerlo porque hay que comer, irse de casa o, peor aún, viene otro niño y te quita tu juguete, tu diversión. Si nadie nos ha enseñado qué decir, como se llama el sentimiento que experimentamos y cómo demostrarlo, lo que hacemos es simplemente dejar escapar emociones. Y si los demás reaccionan con gritos y golpes, nos enseñan que esa es la forma de resolver las situaciones.
Otra: si estamos corriendo y nos caemos al suelo asustados y adoloridos y alguien nos dice que no pasa nada, que solo nos hemos caído. Aprenderemos que expresar los sentimientos no es relevante y que es mejor reprimirlos porque a nadie le importan.
Una más: Queremos explorar, aprender y si no nos han dicho cómo pedir las cosas o cómo comportarnos de manera respetuosa hacia nosotros y los demás, corremos el riesgo de hacer o decir cosas incómodas. Luego vienen los hábitos de higiene, de orden, de convivencia… Son en realidad tantas cosas por aprender y a veces a los adultos se nos olvida que los niños nacen sin saber todo eso. Esperamos de ellos un comportamiento adulto, esperamos que al decirles que se coman el brócoli porque es bueno para su salud reflexionen un segundo, digan “es cierto” y se lo coman gustoso.
En realidad no es así como funciona, los niños están aprendiendo todo de los padres, los maestros, amigos… los adultos. Ser menor de 5 años es una etapa crucial y nos marca para toda nuestra vida. Si consentimos o modelamos la agresividad, indiferencia o respeto eso es lo que vamos a obtener de ellos. No se portan mal para fastidiarnos, en realidad no saben que se están portando mal. Muchas veces no están mintiendo, solo están intentando evitar algo desagradable. Por eso es vital la forma en que nosotros reaccionamos ante ellos. Solo se están expresando con lo que saben, si en lugar de perder el control y arremeter contra ellos, nos ponemos en su lugar y tratamos de entender cómo se sienten o por qué dicen o hacen las cosas, les estaremos ayudando a encontrar una mejor solución y a reaccionar mejor. Igual que a nosotros, a ellos no les gusta que los maltraten, les griten o se burlen de sus sentimientos. Pongámonos más seguido en el lugar de los niños, seamos más empáticos con ellos, nos necesitan así para poder educarlos mejor.