ninoEn mi casa, la mayoría de los espacios físicos están llenos de cosas de hombres: desde juguetes por todos lados, hasta corbatas en los guardarropas y máquinas de afeitar en el baño.

Somos solo 4 integrantes, yo soy la única mujer. Y, hasta el momento, no puedo decir que es difícil vivir entre juegos rudos y caricias también algo toscas. Lo que sí puedo vivir a diario es el reto de educar hijos varones en esta sociedad y creo que las madres de niñas tienen ventajas (aunque en países latinoamericanos parezca lo contrario).

¿Por qué lo creo? Me voy a enfocar en la educación de género, es decir, en el tipo de educación que debe preocuparse por respetar y tratar con dignidad a hombres y mujeres aceptando sus diferencias; huyendo de encontronazos, pleitos, competencias nocivas y discusiones.

A pesar de los excelentes esfuerzos por cambiar las cosas, todavía vivimos en sociedades machistas y creo que las niñas van un poco aventajadas con respecto a los niños. Voy a poner un ejemplo: las niñas juegan con carritos y son pocas las personas que lo ven mal; sin embargo, casi nadie mira con buena cara a un niño jugando con muñecas. ¿Si a las niñas no les hace mal jugar con carritos, les dañará su percepción de masculinidad a los varones jugar con muñecas? Pues supongo que respuestas habrá muchas, como maneras de ver la educación. Por eso pienso que criar varones en esta sociedad es un reto, y lo digo sin restar mérito al esfuerzo de criar niñas, o a la complejidad de criar hijos, sin importar si son niños o niñas.

Con las niñas ya aceptamos que hay que enseñarles a valerse por sí mismas y que no son apéndices de los niños o menos importantes que ellos. Pero me pregunto si en realidad ya estamos enseñando a los niños a expresar sus sentimientos sin que se sientan recriminados, a participar en juegos de roles sin humillarlos, a entrar en la cocina, o a superar la barrera del celeste para ellos y el rosa o morado para ellas; todo lo anterior sin temer poner en riesgo su identidad como varones. Pues de verdad creo que nos hace falta.

No se trata de romper esquemas, roles o ir contra la naturaleza, se trata de educar niños que serán adultos, esposos, amigos y padres, que serán ejemplo para otros, que deberán tratar con amor y empatía a sus esposas, hijos y demás personas. No es que tienen que jugar con muñecas para ser sensibles y poder responder bien emocionalmente, pero deben aprender a expresar y entender sus emociones para poder lidiar con ellas y una de las maneras de hacerlo es dándoles permiso para expresarlas sin temor a ser ridiculizados.

Por eso creo que varones que sepan bailar, abrazar, decir te amo, llorar, disfrutar de los olores y colores de la cocina, que sepan consolar a los que necesitan palabras de aliento, lavar platos, que puedan ser respetuosos y mesurados, podrán ser hombres, esposos y padres que le harán mucho bien a su generación, la de sus hijos y la de sus nietos.

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