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P. Florentino se reunió con Don Bosco el 28 de febrero de 2011. Costa Rica, marzo 2011.- Nuestro hermano el P. Florentino serenamente se ha dormido en el Señor. Les anuncio una gran alegría: la Congregación ha obtenido un nuevo triunfo.

"Prepárese, debe estar preparado", fueron sus palabras al enterarse de la muerte del P. Adán Vásquez hace apenas dos meses.

El P. Florentinos sabía que su partida al cielo sería pronto.

La enfermedad de Alzheimer lo acompañó desde hace varios años, hasta que su deterioro fue notable; curiosamente no fue esa enfermedad la que le permitió partir al cielo, sino una bronconeumonía.

Su médico de cabecera nos había indicado que el P. Florentino se iría quedando poco a poco dormidito. Y así fue. Sus ojitos azules fueron cerrándose poco a poco. Se le administró el sacramento de la unción de los enfermos el 28 de enero, confiando al Señor su delicado estado de salud. Pensamos que sería en ese momento, pero se recuperó y volvió a tener aliento para cantar y rezar. Estaba agonizando y entoné la “Salve Regina”. Paras mi sorpresa, siguió las oraciones delicadamente en el susurro de sus labios. Cuando recé el Angelus, me respondió la segunda parte del Ave María. Como si no pasara nada, contestó todas las oraciones.

Milagrosamente se restableció por unos días. He estado pensando por qué. Y encuentro esta respuesta: el 22de febrero cumplió los 91 años y el 25 de febrero vendrían los hermanos salesianos a casa para una reunión. Todos estuvieron en casa. Tenían la oportunidad perfecta para despedirse de él, que tantas veces nos cantó La Cucaracha, Vola Colomba, I Papaveri y Avanti Popolo”. El Señor nos concedió a todos la oportunidad de visitar al hermano enfermo para poder cumplir con aquello de “estuve enfermo y vinisteis a verme”.

Escuchamos el “Ay,ay,ay ” del P. Florentino con cada movimiento de cambio de posición en la cama o cuando se le llevaba a otro lugar, casi como diciendo: “Canta y no llores…”, siguiendo la canción de La Cucaracha.

Conocimos más de esta enfermedad, vivimos cada día sabiendo que podía ser el último de su vida. Mientras tanto el Padre Florentino rezaba, cantaba, leía, sonreía y bendecía.  Estas son sus cinco lecciones.

No tenemos palabras para agradecer las atenciones brindadas por sus enfermeros, que se esforzaron por darle lo mejor y tratarlo con exquisito cariño.

Cantemos y no lloremos, porque cantando se alegran, cielito lindo, los corazones.  Descanse en paz, P. Florentino

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