Fusalmo Es de esperar que pronto superemos en nuestro universo religioso esa santidad caricaturesca basada en santos milagreros que ayudan a encontrar cosas perdidas, o procuran novia a jóvenes desesperanzados, o sirven de amuleto contra toda clase de enfermedades.

Bienvenida la estimulante propuesta de santidad que impulsa el papa Francisco y que los salesianos estamos asumiendo con entusiasmo. Ya no santos de altar – dichosos ellos que alcanzaron esas cumbres admirables – sino santidad para el hombre de la calle. Incluidas, por supuesto, las mujeres y los niños.

Don Bosco tuvo la valentía de entusiasmar a sus desarrapados jóvenes proponiéndoles alturas de santidad impensables. Y logró éxitos impresionantes: Domingo Savio, Miguel Magone, Miguel Rua, Juan Cagliero. Y un largo etcétera.

Los ingredientes de su proyecto “santidad” estaban al alcance de la mente y corazón de aquellos muchachos algo toscos: alegría, responsabilidad, oración festiva, sacramentos celebrados a lo grande, vida en gracia. La vida de su numerosa comunidad juvenil respiraba fiesta y estudio, música y deporte, amor a Dios y aspiraciones altas.

Es digno de aplauso el proyecto de santidad actualizado que presenta el papa Francisco: la santidad del vecino de al lado. La del hombre común y corriente. La santidad para todos. Que es la que propone Jesús.

No se precisa de visiones ni milagros ni poses “beatas” ni... Es muy probable que nuestros santos de al lado ni siquiera se den cuenta de que son santos. Pero cómo nos impacta su calidad de vida.

La santidad como la mejor realización de nuestra vida. Una vida proyectada hacia los demás, que es la genuina expresión del amor cristiano. En contraposición a una vida miserable de quien vive encerrado en su mezquino egoísmo. Una vida inútil que no deja rastro de bondad.

Este perfil de santidad sí que entusiasma a los jóvenes, los del tiempo de Don Bosco y los de ahora. Y allí está la razón de ser de nuestra vocación salesiana: entusiasmar a los jóvenes a vivir la santidad hasta las más altas cotas. Domingo Savio nos lo confirma. Maravillosos jóvenes que todos conocemos nos lo confirman.

 

 

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