tmasistencia No es posible comprender la importancia de la asistencia salesiana por el significado que el diccionario o el lenguaje actual dan a la palabra. Es un término acuñado dentro de una experiencia y repleto de significados y aplicaciones originales. La asistencia comporta un deseo de estar con los muchachos: “Aquí con ustedes me encuentro bien”. Es presencia física donde los muchachos se entretienen, intercambian experiencias o proyectan; y, al mismo tiempo, es fuerza moral con capacidad de comprensión, reanimación y estímulo; es también orientación y consejo según la necesidad de cada uno.

La asistencia alcanza el nivel de la paternidad educativa, que es más que la amistad. Es una responsabilidad afectuosa y autorizada que ofrece guía y enseñanza vital y exige disciplina y compromiso. La paternidad educativa es amor y autoridad.

Se manifiesta sobre todo en el “saber hablar al corazón” de forma personal, porque de este modo se llega a lo que ocupa la mente de los muchachos, se desvela la importancia de los acontecimientos de su vida, se les hace comprender el valor de los comportamientos y de los sentimientos, tocando la profundidad de la conciencia.

No hablar mucho, sino de modo directo; no de forma alborotada, sino clara. Hay en la pedagogía de Don Bosco dos ejemplos de este modo de hablar: “las buenas noches”, aquella palabra dirigida a todos que al final del día daba el sentido de lo que se había vivido, y “la palabrita al oído”, aquella palabra personal que se dejaba caer en momentos informales de recreo. Son dos momentos cargados de emotividad, que se refieren siempre a acontecimientos concretos e inmediatos, y que transmiten una sabiduría cotidiana para afrontarlos; en una palabra, ayudan a vivir y enseñan el arte de vivir.

 

Roberto Cano
Tengan fe en María Auxiliadora y verán lo que son los milagros

tmtesnicano Nací el 28 de enero de 1947 en Managua. Ingresé al Colegio Salesiano de Granada el año 1989 como profesor sustituto de matemática, siendo director el P. Miguel Zamora y ecónomo el P. José Loucel. Ellos fueron mis primeros guías en mi vida espiritual y profesional.

Con el tiempo el P. Edgar Porta me nombró coordinador escolar y consejero, cargo que he tratado de desempeñar con el amor que siempre he tenido al colegio donde se graduaron mis tres hijos. He visto pasar grandes sacerdotes como Ernaldo Morales, Jesús Menjivar, José Friso, Fernando Carranza, José Bosco Alfaro, Florindo Rossi, Anael Pascual, Sixto Flores, Ricardo Chinchilla, Enrique Obando. Aprecio también al  Hno. Ramón Alonso y al Hno. Virgilio Vargas quienes han dejado su huella en mi vida.

He acompañado a esta casa en tiempos felices cuando había 1200 alumnos y en tiempos tristes, con 350 alumnos. El alumno salesiano se caracteriza por ser llamado por nuestra madre María Auxiliadora y de entre ellos escoge a los que servirán a Dios. El personal docente también es escogido por la Virgen María Auxiliadora.

Resido en Granada, la ciudad con mayor fervor mariano en Centroamérica.  Con mi carácter fuerte he tratado de formar a muchos jóvenes que hoy son buenos cristianos y honrados ciudadanos. Algunos alumnos me llaman “Padre Cano” por el tiempo de permanencia en esta casa. Y algunos salesianos me llaman Don Cano por el cariño que me tienen.

Guardo en el alma la frase de Don Bosco: “Tengan fe en María Auxiliadora y verán lo que son los milagros.”

Al final de mi servicio como educador, puedo afirmar con Don Bosco: “Ella lo ha hecho todo.”

Roberto Cano
65 años, casado, 3 hijos

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