El corazón de una madre que sostuvo a su familiaNací en Murialdo, poblado de Castelnuevo de Asti, el día consagrado a la Asunción de María al Cielo del año 1815. Mi madre se llamaba Margarita Occhiena, era natural de Capriglio. El nombre de mi padre fue Francisco. Eran campesinos que se ganaban sobria y honradamente el pan de cada día. Mi buen padre casi únicamente con sus sudores nos sostenía a la abuelita, septuagenaria y ya afligida por varios achaques, y a tres niños, el mayor de los cuales era Antonio, hijo del primer matrimonio; José era el segundo, y Juan, el más pequeño, que era yo. Además, sostenía a dos jornaleros que ayudaban en el trabajo del campo.

 

Cuando Don Bosco enseñaba a morir bien para vivir mejorAnte todo, el “retiro mensual”, como lo prescribían los reglamentos de las Escuelas Oficiales de la Restauración Católica, era un medio para mantener al alumno vigilante en su vida cristiana; pero en el caso de Valdocco, se hacía énfasis en el hecho trascendental y realista de tener que morir, y con la característica de ser ordinariamente imprevisible el día y la hora. 

Don Bosco promotor de una cultura vocacionalÍntimamente unido a su experiencia educativo-pastoral, Don Bosco destacó por la promoción de una auténtica cultura vocacional. Dentro del marco general del sistema educativo salesiano algunos elementos adquirieron un marcado valor vocacional. Cuidando estos aspectos se abonaba el terreno donde la semilla de la vocación podía crecer con mayor facilidad. 

 

Recuerdos de Don Bosco a los primeros misionerosDurante todo el año 1875, Don Bosco cuidó personalmente hasta el más mínimo detalle la preparación de la expedición pionera rumbo a la Patagonia, con paradas obligadas en Buenos Aires y San Nicolás de los Arroyos. Tras no pocas dificultades, logró formar un pequeño grupo de diez jóvenes salesianos con la salud, ciencia y fortaleza necesarias para la misión. Reunidos en Varazze, aunque sin tiempo suficiente, intentaron instruirse en el idioma y en las costumbres de los pueblos a los que llevarían la palabra de vida eterna. Mientras tanto, con la entusiasta colaboración de muchos, se dedicó a preparar el ajuar necesario para los misioneros.

Un camino de esperanza: el nacimiento del oratorioEl segundo domingo de octubre, dedicado a la Maternidad de María, les informé a los jóvenes del traslado del Oratorio junto al Refugio. Al principio, se mostraron un poco inquietos, pero cuando les expliqué que allí tendríamos un espacio amplio, totalmente a nuestra disposición para cantar, correr, saltar y divertirnos, les entusiasmó la idea y esperaban con ansias el siguiente domingo para conocer las novedades que imaginaban. El tercer domingo de octubre, consagrado a la Pureza de María, poco después del mediodía, una multitud de muchachos de diferentes edades y condiciones corría hacia Valdocco buscando el nuevo Oratorio. —¿Dónde está el Oratorio? ¿Dónde está Don Bosco? —preguntaban por todas partes. Nadie supo darles respuesta, ya que en ese vecindario nadie había escuchado hablar de Don Bosco ni del Oratorio.

“Al terminar las oraciones nocturnas, anunció que Agostino debería dejar el Oratorio al día siguiente”.Debido a su rigor para mantener la disciplina, el ecónomo de Valdocco, Don Ángel Savio, no era bien visto por algunos alumnos. En una ocasión, mientras supervisaba el comedor grande, donde se reunían más de trescientos muchachos, un pedazo de pan cayó sobre su espalda. Aunque el proyectil pudo haber sido destinado a otro, Don Ángel Savio no reaccionó y se limitó a continuar con su tarea sin comentar nada.

Soy un catecismo de la parroquia de San Andrés de Castelnuovo. De Cuaresma a Cuaresma permanezco encerrado en un arcón de madera junto a varias docenas de pequeños catecismos hermanos míos. Mostramos con orgullo nuestro nombre: “Compendio de la Doctrina Cristiana”.