¿Cómo podemos esperar que Dios nos dé su bendición y su protección si le decimos: ‘Déjanos en paz’? A la hija de Billy Graham, entrevistada por la TV, Jane Clayton le ha preguntado a propósito de la tragedia de las Torres Gemelas: - “¿Cómo ha podido permitir Dios que sucediese una desgracia semejante?”

Anne Graham dio una respuesta muy profunda e inteligente:
“Yo creo que Dios está muy triste por esto, igual que nosotros, pero por años le hemos dicho que se vaya de nuestras escuelas, que se vaya de nuestro gobierno, que se vaya de nuestras vidas. Y siendo como es ‘bien educado’, creo que efectivamente se ha hecho a un lado.

¿Cómo podemos esperar que Dios nos dé su bendición y su protección si le decimos: ‘Déjanos en paz’? Considerando los recientes acontecimientos: ataques terroristas, disparos en las escuelas, etc, creo que todo comenzó cuando la militante atea Madeline Murria O’Hare (que desapareció y su cuerpo fue hallado después de cinco años) dijo que había que desterrar la oración de nuestras escuelas. Y nosotros le dijimos: OK.

Después alguien dijo: “Es mejor no leer la Biblia en las escuelas públicas”. Esa Biblia donde dice no matarás, no robarás, ama a tu prójimo como a ti mismo. Y nosotros dijimos: OK.

Después el Dr. Benjamín Spock dijo que no debemos regañar a nuestros hijos si se portan mal pues podríamos causarle daño a su autoestima. Y nosotros hemos dicho: “Un experto sabe de lo que está hablando”. Y hemos estado de acuerdo con él (el hijo de Dr. Spock se suicidó, por cierto).

Después otro dijo que sería oportuno que los maestros no castigaran a nuestros hijos cuando se portan mal. Y nosotros hemos dicho: OK.

Y los directores de las escuelas han dicho: “Será mejor que ningún miembro de la escuela discipline a los alumnos cuando se portan mal porque no queremos mala publicidad y no queremos ser citados a juicio” (hay una gran diferencia, por supuesto entre disciplinar y golpear o humillar). Y nosotros hemos dicho: OK.

Después alguien dijo: “Permitamos a nuestras hijas abortar si quieren. Y sin que lo sepan sus padres”. Y nosotros hemos dicho: OK.

Después algún sabio miembro del Consejo Didáctico de las Escuelas dijo: “Puesto que los jóvenes son como son, y de todos modos lo harán, démosles todos los preservativos que quieran de manera que puedan divertirse. Y no es necesario decir a sus padres que los han obtenido en la escuela”. Y nosotros hemos dicho: OK.

Después, alguno de nuestros gobernantes ha dicho: “No importa lo que hagamos en privado, con tal que saquemos adelante nuestro trabajo”. Y de acuerdo con ello, nosotros hemos dicho: “No importa lo que cualquiera (incluso el presidente), hace en privado, con tal que yo siga teniendo un empleo y la economía vaya bien”.

Y luego otro dijo: “Imprimamos revistas con fotografías de mujeres desnudas y llamemos a todo eso ‘saludable aprecio de la belleza del cuerpo femenino’. Y nosotros hemos dicho: OK.

Y otro ha querido ir más allá y ha publicado imágenes de niños desnudos, y luego los ha puesto a disposición en Internet. Y nosotros hemos dicho: “OK, esto forma parte de la libertad de expresión”.

Y luego la industria del espectáculo ha dicho: “Hagamos programas de TV y películas que promuevan la blasfemia, la violencia y el sexo ilícito. Y grabemos música que incite al estupro, las drogas, el homicidio, el suicidio y los temas satánicos”. Y nosotros hemos dicho: “Es sólo diversión, no tiene efectos negativos, la diversión puede continuar”.

Ahora nos preguntamos cómo es posible que nuestros hijos sean tan inconscientes y no sepan distinguir lo que es correcto de lo que está equivocado. Y por qué no les importa si matan a un extraño o a un compañero de clase.

Probablemente, si lo pensamos bien, podemos encontrar una explicación. Yo pienso que tiene mucho que ver con aquello de que ‘cosecharemos lo que hemos sembrado’.

Como escribía un joven: Querido Dios, ¿por qué no has salvado a la pequeña niña que ha sido muerta en su clase? Atentamente., un estudiante preocupado.

Casi se puede imaginar a Dios contestando: Querido estudiante preocupado, no he sido admitido en sus escuelas. Atentamente, Dios.

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